CAPITULO X

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Vera Miller

 -Kendall pero ¿Por que estas tan nerviosa?- dije alumbrándole con la vela.

- Estaba asustada, hay algo que necesito confesarte Vera- me tomó del brazo y me llevó al mueble

- ¿Qué cosa? ¿Esta todo bien? Me estas asustando...

- Vera, lo que sucede es que la pequeña libreta de la que te hablé por teléfono, es en realidad mi diario, donde anoto todas mis experiencias con el Señor Juez, desde que lo conocí.

- ¿Qué tipo de relación tenías tu con ese viejo?

- Nada importante Vera, luego te explicaré, lo principal ahora es encontrarlo - dijo suspirando- tengo miedo de que te haga daño si llegases a enterarte de lo que teníamos.

- Kendall recuerda que en esto estamos las dos y las dos saldremos de esta, te ayudaré a encontrarlo. Ahora te buscaré un cambio de ropa porque estas toda mojada.

- Ok, te espero aquí.

Subí rápidamente las escaleras y lo primero que hice al entrar a la habitación fue esconder el diario de Kendall en una caja de zapatos y la coloqué dentro del armario. Saqué una muda de ropa para que Ken pudiese cambiarse. Bajé las escaleras y le llevé la ropa.

Ya era de noche, Kendall se ofreció para preparar la cena, yo fui a tomar un baño como de costumbre. Cuando iba saliendo de la tina enrollada en mi toalla escuché a Kendall gritar mi nombre desde la cocina. Bajé apurada para ver que había ocurrido.

- ¿Qué pasó Kendall?- pregunté

- Vera hay alguien espiándonos allá afuera- dijo señalando la ventana de la cocina.

- ¿Dónde?

- Allá, detrás de aquel árbol.

- Bueno... Ire a ver ¿si? Quedate acá por si hay que llamar a la policía.

Salí de la casa y me dirigí hacía el árbol y para mi sorpresa no había nada. Di una vuelta por la cuadra para verificar y cuando regresé me encontré a Kendall en el suelo abrazando sus piernas y moviéndose hacia adelanté y hacía atrás, sus manos estaban manchadas de sangre un poco. Me asustó verla así ¿qué habría pasado?

- Ken ¿que pasó? ¿Estas bien? Afuera no hay nadie...

- El Señor Juez esta aquí... El me hizo esto - dijo mostrándome sus manos, estaban cortadas, y ella lloraba. Le di un abrazo y envolví sus manos en un paño, la ayudé a levantar y la llevé a mi habitación. Pusé seguro por si había alguien merodeando por la casa. Me vestí y limpié las heridas de Ken, ella no dejaba de llorar, realmente estaba muy asustada.

Había pasado como una media hora, Ken se había calmado un poco, yo estaba un poco nerviosa pero no quería que se diese cuenta. Estábamos sentadas en la cama y de repente escuchamos unos pasos en el piso de abajo, estaban acompañados de unas voces, me levanté de la cama mirando a Ken aterrada, ambas nos acercamos a la puerta de la habitación para oír mejor. Pero los pasos se oían más cerca, ya estaban en nuestro piso, mis manos sudaban y mi respiración se aceleró. Los pasos se detuvieron en frente de la puerta, Ken y yo retrocedimos, podíamos ver las sombras.

Intentaron abrir la puerta ¡menos mal le había puesto seguro! Aun así siguieron forcejeando, hasta que de un fuerte golpe la puerta se abrió y nosotras gritamos...

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