Cordero

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No te necesito si eso piensas pero eso no me obliga a dejarte desamparada para dejar claro el punto. Es cierto que en algún momento escucharte reír era mi forma despertar la alegría de mi interior o pensaba que eras algo inalcanzable en cualquier situación.

Sin embargo, te miro ahora llorosa y cubierta de suciedad arrastrarse bajo mis pies para que haga caso de tu patética existencia... y me duele porque te convertiste en todo lo que nunca quise para ti: te transformaste en mí.

Débil, necesitada, ansiosa y tan dependiente que mirarte es una vergüenza, supongo que comienzo a entender porque me tratabas tan mal y me golpeabas: porque no querías verme así. Como tú decías solo querías hacerme fuerte y ahora lo soy, pero a diferencia tuya yo no quiero que enfrentes ese mundo cruel.

Lo sé, eres fuerte o bueno, eso pensaba, ahora ya no estoy tan segura viéndote de esa manera, de hecho comienzo a creer que ya percibía eso desde el momento en que llegaste a mi casa, destrozada por ese novio tuyo. Yo me quedé algo estupefacta por tus reacciones tan erráticas y te prometí que no dejaría que te lastimaran.

Te guarde conmigo, te protegí del mundo como pediste y no importa lo que ha pasado con nosotras: los golpes, los gritos, las burlas etc. pues todo eso es algo que las amigas perdonan cuando intentas volverlas más fuertes.

Tú lo hiciste por mí antes, cuando te burlabas de mi forma de andar, hablar o vestirme. Cuando me dejaste esperando por ti en el centro comercial o me decías cosas que me hacían llorar. Lloré, lloré con todas mis fuerzas hasta que logré comprender lo patética que era y me sobrepuse para poder seguir viviendo, así que sé, que tú lo harás también.

Por eso no hay comida cuando lloras o tengo que gritarte si eres torpe, estoy comenzando a perder la calma y creo que comenzaré a golpearte porque quiero que vuelvas a ser tan altanera como antes, fuerte o dominante.

Y sin embargo, te miro ahora llorosa y cubierta de suciedad arrastrarse bajo mis pies para que haga caso de tu patética existencia... y me duele porque te convertiste en todo lo que nunca quise para ti: te transformaste en mí.


Historias de amor, deseo, placer y muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora