GAUTAMA "El Monje"

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A medida que camino,  mis pensamientos dejan de atormentarme, empiezo a sentirme bien,  suelto, puedo sentir que mis pasos pueden llevarme donde quieran, y allí donde llegue, ese, será mi lugar. Camine durante noches, hasta que los días tornaron en meses, perdí la noción de que día era, después de que salí de Sakia. Cierto día en mi camino, vi una figura  entre los árboles, parecía que se encontraba en profunda meditación. Nunca había sentido una energía parecida, está me atraía hacia ella. Descubrí que aquella figura se trataba de un hombre anciano, que permanecía sentado sobre un claro en el bosque; La Luz, hacían un circulo perfecto a su alrededor, yo me detuve a una distancia prudente y permanecí en silencio observando aquel hombre, esperando un movimiento, un simple parpadeo; y si yo fuese un ladrón?? pero Él, no lo hizo, no se movió, ni tan siquiera un dedo, como era eso posible. Estaba totalmente aislado, no me escuchaba, ni sentía mi presencia. No, este hombre era diferente, sin duda si este no quisiese ser mi maestro, sería alguien digno del cual recibir cualquier tipo de enseñanza.

   Espere durante varias horas y varios días, sin que el anciano pronunciará palabra alguna, camine a su lado y medite junto a él sin que Él me lo pidiese, nunca pronunció ni una palabra. Un día, de pronto, el anciano giró su mirada y se encontró frente a mi y en cuestión de segundos paso de un estado de serenidad y calma, a estar lucido y resplandeciente.

_. Maestro.

_. Dime joven monje, que quieres y porque me sigues?

_. Maestro, dime por favor que necesito aprender para que mi alma, encuentre la calma.

Entonces, me miro con mirada profunda y tranquilizadora y coloco el dedo indice sobre su boca en señal de silencio; se sentó a mi lado y continuo meditando.

Permanecí junto a el durante varias lunas, me sentaba a su lado a meditar y podía llegar a lugares muy lejanos... Un día, el se levanto sobresaltado y me dijo: Mara esta interesado en ti, lo he visto y se que tu también le has visto, yo a el no le sirvo y poco interés va a tener en fastidiar a un pobre y viejo monje, pero en ti en cambio, tiene una especial fijación. Entonces me fue imposible, no recordar la imagen de aquel hombre que asesine en el torneo, y la cara de Mara tras los arqueros sonriendo.

_. Maestro, enseñadme a mantener la mirada de Mara lejos de mi.

_. No puedes, insensato. El no lo permitirá, intentara que no recuerdes quién eres, pues esa es la forma que tiene para manipularte, y mientras no lo  hagas, te mantendrá en su  ilusión. Mara lo evitara y te llevara clara ventaja puesto que los hombres, siempre os aferráis a la indecisión, y es esta, la que os hace caer en picado en oscuros abismos de donde Mara es rey, y va tendiendo trampas por doquier.

Yo, Siddharta Gautama Buda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora