sabado, 3:47 pm

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Al menos creo que es viernes.

He roto todos mis aparatos electrónicos.
Destruí mi computadora.
Cualquier cosa en ella podía, a fin de cuentas, ser manipulada
por medio de la red.
Sé de eso, soy un programador.

No podía arriesgarme.
Cada pequeño dato respecto a mí, mi nombre, mi correo, mi ubicación, todos fueron cosas que he dicho.
He releído lo que he escrito una y otra vez.
He intentado juzgar lo que he escrito, bailando entre el miedo y el escepticismo.

Aveces me consta que una entidad está decidida en el simple objetivo de hacerme salir de aquí: desde el principio, Amanda no hizo más que pedirme que abriera la puerta y saliera.
Puedo leerlo, puedo leerlo claramente ahora.

Trato de ver las cosas desde todos los ángulos. Por un lado, soy un lunático que
ha interpretado una convergencia de probabilidades extremadamente
improbables, pero factible: no asomarme en el momento adecuado,no ver a otra
persona por mero azar, recibir un correo extraño como los miles que es posible recibir, pero en el momento preciso.

Por el otro, esa convergencia de
probabilidades es la única razón por la cual lo que sea que está afuera no me ha atrapado aún: no abrí la puerta corrediza del tercer piso, y talvez nunca debí
abrir la puerta metálica al final del corredor.
No volví a abrir la puerta de mi apartamento después de abrir la puerta metálica.
Lo que sea que esté allá a fuera -si es que está allá afuera-
nunca «apareció» en el pasillo antes de que la
abriera.
Talvez se había dedicado a cazar a todas las personas que se encontraban al descubierto y luego esperó, hasta que delaté mi existencia al tratar de llamar a Amanda... una llamada que no se concretizó hasta que eso me hablara y preguntara mi nombre.

Mi temor literalmente me abruma cada vez que intento acoplar todas las piezas
de esta pesadilla.
Ese correo
-corto, cortado-
era de alguien intentando decir algo.

¿Una advertencia aliada intentando llegar a mí antes de que fuera muy
tarde?
Ver con mis propios ojos, no confiar.

Puede que tenga dominadas a todas las cosas electrónicas, que haya elaborado una enorme red para engañarme y hacerme salir.

¿Por qué no puede entrar? Tocó la puerta, así que almenos,
parcialmente, es sólido.

La puerta.
La idea de esas puertas como monolitos guardianes en el tercer piso aparece cada vez que mis pensamientos siguen este rumbo.
Si hay alguna entidad etérea intentando que salga a la intemperie, quizá esa entidad es incapaz de cruzar las puertas.

No paro de pensar en todos los libros que he leído, en todas las películas que he
visto, tratando de encontrar la respuesta a esto.
Las puertas siempre han sido gatillos de la imaginación humana, plasmadas en numerosas ocasiones como portales de singular importancia

¿O quizá la puerta es muy gruesa?

Yo no podría
derribar ninguna de las puertas de este edificio, especialmente las del sótano.
Dejando eso a un lado,

¿por qué me quiere a mí?

Incluso yo puedo imaginar al menos una docena de formas de matarme, incluyendo dejar que me pudra aquí abajo y muera de hambre.

Quizás eso es precisamente lo que está haciendo.

Está llenándome de miedo; pero,
¿y si no quiere matarme?, ¿y si puede hacer algo
peor?
Dios,
¡¿cómo salgo de esta pesadilla?!

Llaman a la puerta...

PsicosisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora