Durante los dos años de viaje restantes, todos los tripulantes se concentraron en los entrenamientos y los estudios necesarios. Simularon la gravedad de Terra, corrieron, saltaron, caminaron e incluso, lucharon entre ellos. Esto último había sido idea de Hurán quien luego de muchas discusiones con Azul, lograron llegar a un acuerdo. No sabían con qué iban a encontrarse y Azul lo reconocía, era mejor estar preparados. Sin embargo, la chica dejó muy claro que no debían comportarse de manera hostil, cosa que Hurán aceptó de mala gana.
Azul pasaba la mayor parte de su tiempo libre caminando en círculos en su pequeña habitación redonda. Diariamente al despertar miraba con desespero el punto brillante cada vez más cerca y cada vez más grande y luego mordía sus labios hasta que la sangre empezaba a molestarle.
Ella no sabía mucho sobre los universos y planetas dimensionales, solo sabía que era extremadamente peligroso entrar a uno, aunque tampoco sabía mucho el por qué. Recordaba a sus tutores exclamar con pánico las catástrofes que traían consigo un viaje dimensional. Siempre se preguntaba por qué si era tan peligroso, su raza había decidido crear naves y puentes dimensionales, se suponía que estaba prohibido y por su cabeza también rondaba la incesante duda del por qué la principal entidad de viajes y exploraciones espaciales había enviado a una tripulación entera a un planeta dimensional; Séptima debía ser una misión muy importante para romper tantas reglas en una de sus misiones. Al menos, los chicos solo estaban al tanto de una de las seis.
El miedo de Azul se convirtió en curiosidad, miraba a través de la ventanilla el imponente planeta de color azul y blanco, le recordaba a su hogar y eso la ponía nerviosa.
Hurán estaba en la sala principal, había sacado una mesa redonda de acero y la había arrastrado por todo el pasillo dejando marcas en el suelo. Sacó todas las armas de su pequeña habitación y las colocó con mucho cuidado sobre la mesa. Yael lo miraba desde una esquina con los brazos cruzados, alternando su vista entre él y el planeta Terra que ahora se vislumbraba enorme a través de la ventana. Lo vio regresar a su habitación y traer consigo un pañuelo y un envase lleno de un líquido azul.
—¿De verdad vas a sacarles brillo? —preguntó estupefacto.
El chico rubio lo miró con el ceño fruncido.
—¿te importa acaso? —bufó— no te metas en mis asuntos.
Yael lo miró con desdén y se dio la vuelta, pero al hacerlo sintió un golpe fuerte en su espalda que lo hizo caer de rodillas, seguido del eco metálico del arma cayendo al suelo.
—¿Qué mierda te pasa? —exclamó poniéndose de pie y abalanzándose sobre él.
Yael era mucho más delgado, pero no asimiló ese detalle al lanzarle golpes erráticos y se lamentó cuando el enorme puño de Hurán le dio de lleno en la mandíbula y le nubló la vista.
—No sabes pelear. —Escuchó decir a Azul.
El chico abrió los ojos despacio y se dio cuenta de que estaba en su habitación y que su rostro dolía mil infiernos.
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Séptima
Science FictionEn el planeta tierra, con una civilización evolucionada, doce chicos son reclutados para la sexta y última misión del proyecto Séptima, un proyecto secreto del cual ninguno tiene idea. Azul Dramen, una de las tripulantes, logra cambiar la ruta de su...