15. Mara

882 105 12
                                    


Mara palideció.

—¿N-no sabías?

—Mi padre está muerto —dijo confundida— yo lo vi morir.

—P-pero —empezó a tartamudear— t-tú lo llamaste papá en el laboratorio.

—¿Estaba ahí? —Sus manos fueron a parar a su cabeza— creí que había sido un sueño. Tienes que llevarme con él —le pidió tomándola del chaleco—, Mara tienes que llevarme con él.

Mara la miraba con preocupación hasta que la alarma de su sensor la hizo ponerse alerta.

—Tengo que irme —dijo apresurada recogiendo sus cosas.

—Espera —la atajó Azul—, deja los chocolates —le pidió.

Mara resopló y salió como una bala de la celda, se escabulló entre las puertas laterales y se perdió de vista.

—Tienes que concentrarte en rescatar a tus amigos —dijo Zail una vez Mara salió.

—Tengo que hablar con él —replicó guardando los dulces en su ropa—, tengo que hablar con él —repitió como un mantra hasta quedarse dormida.

***

Mara casi choca contra su jefe, Lorton, se enderezó e hizo el saludo correspondiente intentando seguir su camino, pero Lorton la detuvo.

—¿Dónde estabas? —le preguntó con frialdad.

—Llevando a la prisionera Azul Dramen a su celda —respondió de forma automática.

—¿Tienes el informe médico? —le preguntó.

—Está en el ala médica —improvisó—, en su archivo correspondiente.

Lorton la miró de arriba abajo con seriedad y luego de cinco segundos de silencio asintió, resopló y siguió su camino. Mara exhaló el aire contenido en sus pulmones y caminó a paso seguro hacia su habitación.

Miró a su lado pasar dos guardias con dos camillas, en cada una de ellas había un cuerpo cubierto con una triste y pálida sábana, tragó fuerte. Se preguntó cuántas veces había visto a esos chicos morir una y otra vez, cuántas veces había visto salir del laboratorio genético a réplicas exactas de todos ellos. El sufrimiento era eterno.

Recordó haber sido reclutada en el planeta tierra, recordó cómo habían experimentado con ella, hasta que descubrieron que su alma sólo estaba dividida en tres partes y que no podía dividirse más. Nunca intentaron la unificación y sospechaba que jamás lo hubiese soportado, probablemente su cuerpo se hubiese expandido hasta explotar, como le sucedió al chico terrano, a pesar de que días después lo había visto de nuevo en su celda, con la misma mirada perdida de quienes salían del laboratorio genético.

Quería hablar con Azul, quería preguntarle lo que quería hacer. Había escuchado rumores que la tripulación humana se había desviado de la ruta especificada. Sin embargo, el líder nunca se preocupó, en su lugar, envió la información a la nave Dortmund donde aún dormían dos de sus ejecutores. Parecía que todo había estado planeado desde el inicio, que el líder siempre estaba dos pasos por delante de los planes que Azul pensaba llevar a cabo.

Un sentimiento de lucha empezó a nacer en su interior, ella nunca había estado de acuerdo con lo que ocurría en el laboratorio y, con el paso del tiempo, empezó a notar que la unificación proporcionaba la información del universo a cambio de un precio muy alto, sin embargo, el líder quería más. Qué otra cosa podía querer, tenía el conocimiento de la creación de casi todo lo existente, podía clonar seres de cualquier planeta, había saltado como un canguro juguetón entre los planos existenciales, más allá de la ciencia y la espiritualidad juntas, más allá de los conocimientos complejos.

SéptimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora