Epílogo

189 6 2
                                    

No existía tal cosa como el miedo.

Ya no.

Porque ya lo había perdido todo.

Ahí, en la cima del Puente de Brooklyn, Peter Parker observaba a la ciudad dormir por madrugada, mientras el reloj que tenía en la muñeca derecha le marcaba la 1:21 de la mañana. Sosteniéndolas con su mano derecha, Peter colocó un pequeño ramo de lirios encima del puente, y contuvo ganas de sollozar como lo había hecho desde el último mes, cuando se le fue arrebata.

—Te extraño —murmuró sin aliento, totalmente incomprendido—. Ojalá estuvieras aquí, niña. Dios, ojalá.

Y en un suspiro, Peter saltó hacia el vacío.

La decisión que estaba a punto de tomar iba a ser drástica, permanente y demasiado dura, e iba a responder la pregunta que siempre le mantuvo despierto por las noches. Y ahora..., era momento de dejar a un lado la hipótesis, y pasar directo a la experimentación.

Cuando localizó bien su objetivo desde las alturas, dejó de columpiarse y cayó con sutileza hacia lo más profundo de la oscuridad, en el centro de un callejón húmedo y descuidado. Había charcos de lluvia en el concreto, graffiti en las paredes y basureros llenos de bolsas con cascaras de comida y platos desechables.

Era el ambiente menos adecuado para un chico de diecisiete años.

Debió traer más protección que sus simples lanza redes de muñeca, pero aún así Peter empezó a caminar hacia lo más profundo del callejón, llegando hacia donde estaban dos botes de basura de tamaño normal.

Titubeando, Peter retiró sus lanza redes primero y después la mochila azul con gris que tenía colgando de los hombros. Y la abrió, donde en unos segundos ahora sostenía el mítico traje del Hombre Araña, completamente sin usar desde aquella noche; desde la noche de su aniversario.

Lanzó los dos brazaletes al fondo bote, dejando que su sonido metálico sonará con fricción y provocara un eco dentro del pequeño contenedor. Y después, con mucho sentimiento, dejó caer el traje rojo con azul a la basura, con sus esperanzas de seguir siendo héroe.

Y se retiró, sin decir una sola palabra, más que el crepitar de la tormenta.

The Amazing Spider-ManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora