Las enormes llamaradas abrazaban al hotel torcido y ennegrecido, volviéndolo una fortaleza de fuego áspero y peligroso. Dentro de los ventanales, las persianas entraban y salían del caos interno y sacaban puntos de carbón que volaba junto al aire; el olor a quemado se propagó por toda la cuadra, a medida que las patrullas y camiones de bomberos llegaban y se estacionaban.
Una mujer veía horrorizada al edificio en llamas, con los ojos cristalizados y la garganta tan fruncida y cansada por los gritos de desesperación al saber que su hijo de dos meses se encontraba allá, encerrado en el fuego. Los bomberos intentaban meterse pero los escombros les caían encima y varios habían resultado heridos. No se sabía exactamente qué fue lo que había empezado el desastre, pero sí se sabía quién lo acabaría.
En el cielo, con la línea plateada cruzando de techo en techo, la ágil silueta del Hombre Araña apareció en un abrir y cerrar de ojos. El trepa-muros se dio un giro y disparó una telaraña hacia la pared del hotel, y se disparó como bala hacia la ventana.
Unos cuantos segundos después, el Hombre Araña salió de la ventana y cayó con elegancia en la banqueta, con un bulto en manos.
—¡Gracias, Hombre Araña! —lloriqueó la mujer, sosteniendo a su hijo— Muchas gracias.
—No es algo que deba agradecerse —murmuró Peter, sonriendo a través de la máscara.
—¡Alto ahí!
Peter se volvió, observando a tres policías apuntándole con sus armas mientras el cuarto le veía con inexpresividad.
—¿Y ustedes? —señaló Peter.
—Vinimos a arrestarte —murmuró el policía—. La ciudad de Nueva York exige tu captura, araña.
Un grito sofocante se escuchó desde el corazón del edificio, dentro de las llamas. Ambos se volvieron, observándose.
—Tengo que ir —murmuró Peter, sin opción alguna.
—Le voy a esperar aquí afuera —sentenció el policía, arrugando la nariz.
—No volveré.
—¡Vaya, vaya!
Peter saltó y, al instante, una larga telaraña salió disparada de su mecanismo que tenía en ambas muñecas. Sintió el equilibrio y se adentró hacia el edificio.
Todo estaba en llamas, destruido, con muebles carbonizados y destruidos. Peter tuvo que alzar un poco las manos para cubrirse del fuego que le calentaba la máscara; el humo le asfixiaba y sentía un calor infernal alrededor de la nuca y el cuello. El sudor ya le cegaba la vista y le incomodaba en la nariz; era tan sofocante como si el mismo fuego tuviese puños y le estuviera golpeando en el pecho con el pasar de los segundos. Caminó encima de unas tablas, haciendo que crujieran y siguieran crepitando por el ardor.
—¡¿Dónde estás?! —preguntó Peter hacia la nada, donde no obtuvo respuesta más que la del fuego.
Escuchó unos sollozos enfrente, como si alguien temiera por su vida. Hizo a un lado una pared delgada que estaba por caer y vio hacia enfrente, justo en la silueta de una persona que estaba de espaldas, con una cobija cubriéndole. La persona siguió sollozando, temiendo aún más. Peter se acercó, casi rozando el hombro de la víctima, hasta que ésta se volvió el rostro del Duende Verde hizo retroceder a Peter varios pasos hacia atrás.
—Continuas siendo el héroe, eh, arañita —señaló el Duende; dejó caer la túnica, dejando al descubierto todo el traje verdoso con varios escenarios morados alrededor de las piernas y torso—. Dime: ¿qué pensaste de nuestro acuerdo? ¿Estás conmigo, o en mi contra?
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The Amazing Spider-Man
FanfictionEl surgimiento de un héroe novato, provocará el inicio de varios enemigos, cuyo propósito será destrozar la vida y el honor de nuestro héroe. Peter Parker, un joven de dieciséis años, tendrá la difícil tarea de combatir contra esos villanos. O morir...