Capítulo 16

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No le importaba estar entumecido, estar a dolorido en cuerpo y alma..., sólo quería permanecer con ella unos segundos más.

Su rostro tan hermoso estaba frágil, roto y carente de vida que la hiciera sonreír como antes. Aquellos ojos azules estaban cegados por la pálida muerte, y estaban sepultados por los pesados párpados del sueño eterno. Poco a poco, su piel iba perdiendo calor; sus pequeñas manos estaban más frías, y su cuello..., seguía roto, al igual que su espíritu. Lo único que permanecía intacto era ese cabello rubio pálido, que seguía cayendo en cascada, sucumbiendo a la gravedad, totalmente alejado de la sangre que emanaba de un orificio nasal. No había forma de que abriera sus ojos nuevamente, o que sonriera, o que besara, o que sintiera..., o que viviera.

Peter no quería que se fuese el aspecto con el que la recordara.

Y aquello le hizo llorar más aún.

—No voy a dejar que te hagan daño, mi amor —musitó, totalmente lastimado e inquieto, ciego a la realidad—. No voy a permitir que te hagan daño.

A lo lejos escuchaba las hélices de un helicóptero venidero, junto a las sirenas de las patrullas que iban desesperadamente en camino hacia el puente. Pero él la iba a mantener lejos de ellos, la iba a tener a salvo mientras averiguaba cómo iba a lidiar con el resto que venía a ver qué había sucedido. Pero iba a hacer que lo que fuese necesario con tal de salvarla.

HAHAHAHA.

Aquella risa.

Escalofríos recorrieron su cuerpo como una especie de descarga que se electrocutara en su pecho y le devolviera a la cruda realidad, donde su amada seguía fría en sus brazos y las lágrimas se habían secado en sus mejillas. Un enorme círculo iluminaba a la vida y a la muerte que estaban encima del pilar del Puente de Brooklyn.

La policía había llegado.

¡Idiota enamorado! HAHAHAHA —escuchó sobre su cabeza, a medida que se aferraba a Gwen y controlaba sus impulsos de llorar nuevamente— ¡¿De verdad creíste que podrías salvarla! Oh, pobre, pobre arañita. ¿Es que no te he enseñado suficiente realidad? Supongo que debí romperle otra cosa que no fuese su cuello... HAHAHAHAHAHAHAHA.

¡Cállate!

Su furia fue tan repentina, tan bien recibida en su cuerpo que exigía venganza, que toda su voluntad se vio afectada por un ataque de ira irracional que le hizo comportarse como un verdadero animal. Y aún así, no fue suficiente al enfrentarse al Duende Verde.

El Duende activó su planeador a medida que Peter había brincado en dirección a su enemigo, y le había repartido un duro y metálico golpe en su abdomen, dejándolo en un trance. Lo tomó por el cuello y lo levantó unos cuantos centímetros por encima de la base del planeador, y le apretó tan fuerte que Peter empezó a toser y desesperarse por la falta de oxígeno.

Peter intentó defenderse, pero sus golpes fueron tan débiles que no acertaban hacia el Duende, quien sonreía mientras su enemigo sucumbía a una locura que no tendría principio ni fin.

En un suspiro, el Duende Verde empezó a golpearle repetidas veces en el rostro mientras le seguía sosteniendo del cuello con la otra mano, y los chillidos de un adolescente de diecisiete años fueron la dulce melodía de la reciente victoria. Disfrutaba hacerle sufrir, destruir pieza por pieza al sujeto que le había arrebatado todo..., pero esos eran los pensamientos de Norman Osborn. No, él era más que eso: era el Duende Verde. Y el Duende Verde anhelaba algo más que una simple venganza; anhelaba...., la muerte.

Dejó caer a Peter después del doceavo puñetazo, y todo su peso cayó como si estuviera amarrado a una cadena de hierro; Peter sentía entumido el rostro, a dolorido y seco por las lágrimas que había derramado. Al abrir lentamente los ojos, observó el panorama de las olas del océano que golpeaban ante los pies de la enorme estructura. Estiró un brazo hacia cualquier parte, en busca de adherirse a alguna superficie, pero un sorpresivo agarre le expulsó todo el aire de sus pulmones al comprimirle el estómago. Y, al ver de dónde provenía el dolor, vio a una cadena de metal que le arrastraba junto con el planeador.

The Amazing Spider-ManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora