Capitulo 5

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-¡Qué demonios te pasa! - Me di vuelta y la cara de Livana me hizo sobresaltar, estaba tan furiosa que su rostro tomó un ligero color rosado. Ella comenzó a caminar en círculos llevando sus manos a la cabeza de vez en cuando y hablando entre dientes. Camine de regreso a la habitación y la encaré.

-A que te refieres, Livana. 

-¡Que a que me refiero!, ja... Sabes perfectamente a que me refiero.

-No, la verdad no lo sé. Podrías ser tan amable de decirme. - Livana camino hacia mi y se paró a par de metros de mi. 

-Sabes, no tienes que saberlo - su cara fue lentamente tomando su color natural y se le veía más tranquila - Simplemente acepta la orden de la reina.

-¿A qué orden te refieres? - Livana hizo tronar sus dedos y un guardia coloco un pergamino en sus manos. Livana lo desato y comenzó a leerlo.

-Por orden de la Reina declaro que la princesa Elohís White deberá permanecer en su recamara en la cual recibirá sus clases de etiqueta e historia real. Por un mejor aprovechamiento y disciplina en esas áreas educativas de la realeza. Por tal razón declaro esto un mandato real. Firmado la Reina Tamara. - Al terminar mi cara fue un real desastre. Y Livana debió haberlo notado, ya que una sonrisa inundo su rostro pálido de escuálida. - No tienes porque alarmarte prima, solo serán unas semanas. Claro, si antes acabas tus estudios. 

-Es una broma - me di vuelta y camine nuevamente al balcón - Debe ser una broma - suspiré hondo y me abracé ligeramente a mi misma. Livana llegó junto a mi.

-Lamentablemente, no lo es. Deberás quedarte en tu cuarto hasta terminados tus estudios. Si eres buena en ellos saldrás rápido, si no, no puedo asegurarte nada. Oh, mira la hora que es, lo siento debo ir a ver a mis a mis amigas quedamos en tomar el té en el patio. Lamento no poder invitarte con nosotras, pero una orden es una orden. - Mi prima escuálida salio de la habitación demasiado contenta, al parecer esta seria su venganza por lo de la fiesta. Maldita la suerte mía.

Al cabo de una hora una señora llego con unos muchos libros y algunos artefactos de cocina, entre ellos divise algunas demasiadas cucharas diferentes y tenedores, tazas y servilletas. Al ver eso y lo que seguía llegando a detrás de ella me pareció un mal sueño y tenia un cierto presentimiento que estas clases serian para largo y confinada en mi habitación ¿para qué¿... un mejor aprovechamiento enserio.... no me digas... Y las vacas vuelan.

~*~

 Una semana había pasado desde que Livana había declarado que no volvería a ver la luz del sol. Mis hermanos les permitían venir después de las seis de la tarde a verme. Créanme si no hubiera sido por ellos no creo haber soportado tanto tiempo enumerando todas la cucharas y tenedores.¿Para que se necesitan dos cucharas para tomar una sopa?.


 También trajeron la mayoría de mis pertenencias de mi departamento. Tanto mis dibujos como los pocos libros de ropa que tenía. Claro la ropa de segunda mano que compraba en ese entonces, y como dejar mis únicos par de tenis negros de salir que eran pasables. Y me costaron un dineral en ese entonces. Los Vans no son baratos. Al final decidí probarme la ropa. Me vestí con una camisa negra, unos jeans negros y mis vans. Me coloqué mi gorro de lana que la abuela había hecho para mi cuando me mude a su casa. Y si también era negro. Salí al balcón y la nostalgia me invadió. Realmente quería ver a la abuela, quería salir a caminar. Ser Libre. Al mirar al césped me di cuenta cuan cerca estaba del suelo. Mi dormitorio quedaba en la segunda planta del castillo y aún así no era mucha la distancia del suelo. A lo lejos divise a un par de guardias con linternas. Esta era mi oportunidad. Y la aproveche. Termine, escapándome.

 Me escabullí entre los arbustos y ronde por el patio un par de horas. Al final subí a un árbol y salté el muro del palacio. Por suerte este daba a la calle fuera del castillo corrí un par de kilómetros hasta que no pude mas. Y me senté en la acera a descansar. Había dejado el castillo atrás hacia mucho. Por lo que estar sentada aquí a altas horas de la noche no era tan malo, como estar encerrada en tu cuarto estudiando cucharas y tenedores. 

Pasos se escucharon pero fue tarde mi reacción. Un chico con mochila me había acorralado cara al suelo. Tenía un cincuenta por ciento de probabilidades de que fuera un guardia real extraviado o fuera de turno. 

-¿Quién eres? - Su voz era muy masculina. Pero muy sexy. Pero no me deje llevar por su tono de voz y no contesté aunque admito que quería contestarle. - Habla o juró que te ira peor que tu cara contra el pavimento. 

-Suéltame y te digo - la verdad es que solo tenía dos opciones o hablar y hacer tiempo para idear algún plan o regresar al castillo. Aunque pensándolo mejor regresar al castillo no era una opción. Preferiría escaparme a volver al castillo. 

-¿Quién eres, no lo volveré a preguntar? - Piensa Elohís, piensa. Lo tengo.

-Agnes, me llamo Agnes - Intenté zafarme de su agarre, pero fue inútil el tipo era fuerte. Alzaría pesas. Elohís, controlate. Intenté quejándome. - Duele, por favor suéltame.

-De eso ni hablar, ahora Agnes, que haces aquí en el castillo. - No conteste - Tienes tres segundos para contestar... Tres...

-Vine a ver a la princesa. - Grite desesperada.

-Mientes, Dos...

-No, es cierto, vine a ver a mi amiga Elohís... Han pasado días, semanas que no la veo. Solo quería saber como se encontraba - El chico callo. Lentamente aflojó el agarre en mis manos. 

-Si intentas escapar, juro que no tendré piedad ni porque seas mujer, te queda claro. - Asentí varias veces. Luego me soltó, y me levante quedamos bastante cerca como para sentir mis mejillas ruborizarse por cercanía de nuestros cuerpos. Bajé el rostro y él retrocedió. - Mírame - negué con la cabeza - Quiero ver tu rostro antes de dejarte ir - Me resistí a mirar, pero demonios dijo que me dejaría ir. En situaciones como estas es por la cuales yo estaría muerta en segundos. Lo miré. 

-Bien, Agnes. Espero que lo que has dicho sea cierto. Aun así te diré dos cosas, una, no quiero volver a verte cerca del castillo de noche o no tendré piedad. Segundo, tienes tres segundos para largarte de mi vista antes de que me arrepienta de haberte dejado ir. Uno...

Sin pensarlo corrí cuesta abajo. Pero demonios, quién era ese misterioso chico. Aun tenía dos segundos a que él se arrepintiera por lo que me detuve y grite en el silencio de la noche.

-¡HEY! ¿CUAL ES TU NOMBRE? - El chico comenzó a caminar hacia mi. Al principio creí que la había cagado pero gracias al cielo solo vino a gritarme por haber gritado.

-Aun no me dices tu nombre - El chico de cabello castaño y ojos oscuros, se dio vuelta y casi en un susurro su nombre el cual entendí como, Dolan. Decidí darme vuelta y seguir caminando hasta llegar al pueblo y divertirme un rato. Claro que no era tan divertido si caminas sola, de noche por un monte y bajando una linda montaña que lo único que tenía eran curvas y más curvas. 

ElohísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora