Terribles terribles pesadillas

1 0 0
                                    


Sí, estoy cansado, solo te doy un resumen. Entro a la cama. No sé porque te estás quejando así, Erick, bostezo. En este instante voy a fingir que no estás ya que quiero dormir. Cierro los ojos aunque Erick me está haciendo un bullicio para que le preste atención y caigo en un profundo sueño.

Dentro de un rato ya no me encontraba en un hotel de dos estrellas, sino en mi casa, algo parecido a mi casa. Habían muchos fragmentos de cristal con escenas de mi antigua vida, con todos los problemas con mi padre. Por cada fragmento que veo me siento cada vez más deprimido. 

Puesto que se encontraban justo escenas melancólicas, dejando mi cuerpo atrás y zambullendo mi alma en un silencio que resaltaba la inmensa oscuridad. Comencé a llorar, pero un callado llanto, como si no quisiese que nadie me escuchase, cosa que era extraño, puesto que era el único presente.

 Mi cuerpo se encontraba inmóvil, en el suelo, sin siquiera emitir una mínima muestra de vida. Había muerto, no podía moverme, ni sentir. Uno muere cuando deja de amar, incluso si sigues moviéndote. Era lo que mi madre me decía aquellas noches. Volví a llorar. Aunque no eran lagrimas llenas de odio y frustración.

Eran lágrimas de nostalgia, por lo que, poco a poco, los numerosos cristales pintados con escenas sombrías de mi padre, se convirtieron en cristales, cristales con escenas sobre mi madre y amigos. Ya no estaba muerto. Puesto que volvía a sentir amor, amor por mis seres queridos. Y pasión, pasión por ver con mis propios ojos mis sueños cumplirse.

 Me había decidido, tenía que despertar, pero pronto. Me levanto para acabar el trayecto de m pesadilla, aunque una esquelética mano me detiene. Volteo rápidamente y está mi padre, solo que tiene sus ojos como pozos negros y su cuerpo era esquelético, vistiendo un taparrabos hecho de pelaje. Era como un demonio.

Hola te he estado esperando, ahí estaba mi papá, y el tiene una mano detrás de su espalda y en con la otra me saluda pálidamente. Estoy confundido, siento una mezcla de miedo y extrañez. Mi padre empieza a avanzar, primero camina, después corre y al final saca la mano de su espalda y veo que llevaba un cuchillo mariposa. Yo empiezo a correr, aterrado, y no sé a dónde ir. Estoy huyendo, volteo de reojo y veo a mi padre de nuevo, pero ahora se encontraba un horrible ser de piel oscura y arrugada, cabeza de dragón y cachos. El cuchillo mariposa había cambiado por completo, era un cuchillo ceremonial, y corría más rápido que nunca. 

En poco tiempo me alcanzó y cuando su cuchillo estaba a punto de avanzar mi pecho me levanté de golpe. Estoy sudando y respirando muy frecuentemente. Ya eran las seis en punto a sí que decidí no despertar a Erick ni tampoco volverme a dormir. 

Empece a buscar respuestas en el Internet, y lo que más se parecía a lo que vi fue un demonio, llamado Agnan. Nunca había escuchado a un demonio llamado Agnan, solo que si lo había soñado, debía haber sido por algo. Finalmente decidi dejarlo por alto, cosa por la cual me arrepentiría mas tarde.

A mas tardar Erick se levanto como si de un oso perezoso se tratase. Tardo veinte minutos en alistarse y luego de eso se quejó porque aun no salía del cuarto. -¿Por qué estas tan paranoico? Me pregunta. -¿Se me nota en la cara? Le respondo al ras de su pregunta. Solo tuve una mala noche, por si acaso no te quiero contar de lo sucedido. Le termino en seco.

Al llegar a la estación Agarramos un tren expreso y llegamos a las instalaciones, era bastante temprano y la fría brisa se sentía. Grandes paneles blancos con toques negros. Al llegar le decimos al recepcionista si podíamos ir a la academia de reclutamiento. "Que suerte aún quedan tres cupos libres y que la estancia era gratuita, también que ahí nos darían vestimenta y comida. ¿Qué estamos esperando? ¡A la academia entonces! Grita Erick.


La puerta al infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora