Segundas oportunidades

1.4K 160 50
                                    


Había llegado hace poco a Tokyo desde que logré escapar de Corea. Ser periodista no estaba en mis planes, pero me llamaba la atención trabajar en prensa y escribir artículos relacionados a los conflictos que se vivían con otros países. Quisiera saber en qué momento comenzó  a gustarme la política y a interesarme los problemas externos. 

A veces creo que era solo una distracción que apoyaba mi mente para no pensar en otras cosas.

Otras cosas como Bokuto. 

Él siempre ponía mi paciencia al límite. Empezando desde el primer momento que lo conocí hasta el día de nuestra despedida. Más bien, hasta el día en que decidí viajar a Corea para hacer un reportaje a fondo sobre cómo vivían los coreanos en un gobierno totalitario. Antes de eso, solíamos vernos de vez en cuando en reuniones de Instituto que hacíamos en algún karaoke o centro comercial, y era imposible tener una tarde de paz con Bokuto cerca. Ni siquiera un té podía tomarme tranquilo.

Tiene una personalidad muy complicada. Dudo que haya encontrado una pareja estable. O alguien que soporte sus estados depresivos, o su forma de actuar tan histriónica, o que aguante su forma de ser tan infantil e inmadura.

A veces siento que merezco un premio por haberlo aguantado tanto tiempo como compañero de equipo e instituto. Nuestra relación era bastante buena, a pesar de todo lo que pienso de él. Y ha permanecido congelada en el tiempo, de eso estoy seguro. Ya que podían pasar cerca de cinco meses desde nuestra última reunión, y ambos solíamos comportarnos cono si nada entre nosotros hubiese cambiado.

En fin. Cuando llegué después de estar casi dos años afuera, intenté comunicarme con él por celular, pero había cambiado el número y también había eliminado su cuenta de muchas plataformas sociales que solía utilizar con frecuencia. Al parecer su salto a la fama como una estrella deportiva había hecho que eliminara todas sus cuentas. No encontraba otra explicación. 

Pero a los pocos días de haber publicado mi reportaje especial en un diario nacional, Bokuto fue el que se comunicó conmigo. 

Una parte de mí se sentía muy curioso de volver a verlo después de todo ese tiempo. El viaje me había cambiado, pero mi aprecio por él, aún permanecían intacto. 

El día en que nos reencontramos, fue en una cafetería de un barrio céntrico muy exclusivo. Él había hecho una reserva en una zona vip. Me pareció un detalle interesante de que haya escogido un café de búhos domésticos. Antes de irme a Corea solo conocía los café de gatos, pero búhos... La verdad es que ese tipo de cosas no debería sorprenderme. Vivo en Japón y soy Japonés.

"Akaashi" pronunciaba insistentemente mi nombre el día en que nos encontramos. 

Decía mi nombre para que le pusiera atención. Ya que a ratos, me distraía mirando un búho que se parecía mucho a él, o a veces me quedaba mucho tiempo callado. 

Él no sabe lo contento que me hace ver sus muecas y ademanes, escuchar sus diferentes tonos de voz, y los diferentes timbres que utilizaba para contar sus historias de voleyball.  

Sigue siendo un idiota. No ha cambiado nada...

"Akaashi, este sábado me casaré."

Mi expresión seria no cambió al escuchar esa aclaración. Parpadeé lentamente un par de veces y luego lo miré fijamente. No me interesa en absoluto que se case esta semana o el año que viene. Es un dato irrelevante. 

"Felicitaciones" dije de inmediato una vez que escuché la noticia.

Tuvimos un diálogo muy corto después de mi animado comentario. Bokuto me invitó a su despedida de soltero, y obviamente a su boda. Me pidió disculpas por avisarme tan tarde, pero ambos sabíamos que eran disculpas de cortesía, ya que ninguno de los dos podía comunicarse con el otro en los últimos dos años. 

Atardecer en Tokyo (KuroKen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora