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¡Me besé con ella!  Mierda, mierda y mil veces mierda, por poco y tenemos sexo en pleno hospital, ¿ Que me está pasabdo? ¿Nunca quise a Emma?, No, No y no me niego a pensar en esa posiblidad, Emma es mi vida entera, no se como he logrado vivir sin ella, Necesito huir de acá, necesito escapar de este lugar, prefiero estar en la cárcel y no al lado de una enfermera a la cuál le temo, debo huir, eso haré.

En la madrugada, en eso de las 2:00 am llegó Vanessa con los medicamentos antidepresivos, hice como si los hubiera tomado y los puse debajo de la almohada, pasado unos segundos, me estaba empezando a dormir, cuando de repente ella apareció frente a mis ojos totalmente desnuda, era demasiado flaca, piel blanca, senos voluminosos al igual que sus glúteos, su pelvis estaba perfectamente depilada, al igual que sus piernas y su abdomen, que por cierto era muy hermoso, era plano, tenía unas curvas muy bien cuidadas, sus ojos, esos ojos me recordaban a una sola persona... Emma, pero, ¿por qué?, tenía un rostro perfectamente maquillado, pestañas largas y labios carnosos, mis ojos desviaron la mirada a la ventana, pero eso no fue suficiente, Vanessa se sentó junto a mi y me obligó a mirarla, me negué, gire nuevamente mi mirada, me pude contener hasta el momento en que subió su mano por mi entrepierna, y comenzó a depositar suaves besos en mi cuello, mis manos tomaron un rumbo claro, esas caderas marcadas eran mi perdición, amaba las mujeres con este tipo de cuerpo, era como un reloj de arena, delgado y perfecto para ser acariciado.

Posé bruscamente mis labios en los suyos, mientras mis manos bajaban desde su cuello, pasando por sus senos, dirigiéndose a sus caderas, de las cuales me agarré fuertemente, y luego baje mis manos hasta sus glúteos, los apreté fuertemente, los tomé en mis manos y me hice dueño de ellos, el besos se volvió intenso, creí que no podría pararlo, hasta que una imagen se vino a mi mente... Emma desnuda frente a mi, su cuerpo, su figura, sus delicadas manos acariciando mi cuerpo... esta imagen me hizo intensificar el beso, devoraba sus labios ferozmente, hasta que  sentí unas enfermizas ganas de unir su cuerpo con el mío, miraba en Vanessa a Emma, miraba todo de ella, sus ojos, sus labios, toda ella la encontré en una persona; abrí sus piernas y la posé encima mío, pero note que de esa forma no podría dominarla, así que la senté con las piernas abiertas en el borde de la camilla y me bajé de ella, bruscamente introduje un dedo dentro de ella, lo hundía y sacaba com fuerza, como si quisiera lastimarla, luego dos, luego tres, cada vez con más rapidez, luego de un momento abrí sus piernas enseñando toda si entrepierna para mi, junté mis labios con los de su vagina, e introduje mi lengua en ella, Vanessa me agarraba fuertemente de mi cabello, y me miraba a los ojos suplicandome más y más, volví a mirar el rostro de Emma en ella, pero justo en el momento en que me informó que estaba a punto de venirse, me detuve, no le daría orgasmos a alguien que no significaba nada para mí.

- ¿Por qué paras ? - pregunto indignada.

- No eres Emma, ahora largo de aquí.

La tomé de la mano y la saque de la habitación, no me importe que estuviese desnuda, era una perra ofrecida, que la vieran, al fin y al cabo no era Emma, era lógico que no me iba importar si otros hombres la veían, me valía un comino si se la follaban en pleno pasillo, al fin y al cabo era eso lo que quería, que se la follaran hasta gritar como una loba a media noche.

Mi perfecta obsesión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora