Había tomado una decisión y estaba dispuesto a cumplirla sin importar que la vida se me fuera en ello: confesaría mi amor por Yoon Gi, le diría lo que sentía sin importar que muy probablemente me rechazaría, pero todos en este mundo alguna vez debemos sufrir para poder ser felices, ¿no es así?
Observé mi cuerpo por el reflejo del espejo, mi cabello completamente alborotado, mis mejillas abultadas y labios gruesos. Podría parecer demasiado egocéntrico, pero debía admitir que era un chico guapo, claro, no demasiado como Yoon Gi, pero al menos entraba a ese sitio de chicos guapos.
Me alejé lentamente del espejo y preparado para salir en busqueda de mi amor, pude oír como la dulce voz de mi madre me llamó desde la cocina, estaba claro que iba a pasar de largo, pero no supe en que momento mi padre se unió a ella y me tomó del brazo.
—Ji Min, tenemos que hablar —sentí un terrible escalofrío recorrer mi columna vertebral al oírlo pronunciar esas palabras.
Sí, sentí miedo por mi vida.
Asentí a lo que mi padre dijo y a paso lento me dirigí a la cocina junto a él, donde mi madre me recibió con esa bella sonrisa que la hacía lucir más joven. Ella era la mujer más hermosa que jamás había conocido.
—¿Sucede algo, madre? —mordí el interior de mi mejilla, esperaba que no fuera algo negativo lo que tuviera que decirme.
—¿Hay algo que deseas decirnos? —miró a mi padre y después volvió a dirigir su vista en mí.
Sabía lo que eso significaba, ella sabía algo, pero no planeaba decir algo hasta que de mis propios labios saliera eso que buscaba, más, sin embargo, no tenía idea alguna de que era eso que buscaba.
Di un recorrido rápido por las cosas importantes que podrían interesarle a mi madre, a mi pesar no encontré nada, por lo que negué con la cabeza lentamente.
Ella asintió lentamente y me hizo una señal para poder irme, en cuanto estaba colocándome los zapatos de exterior pude oírla hablar con mi padre y nombrarme en su conversación. No entendía que sucedía, más sin embargo preferí no quedarme a saberlo, no ahora que estaba dispuesto a todo.
(...)
Allí estaba él, sentado esperando mi llegada.
Di una gran bocanada de aire y con el corazón a punto de escapar de mi pecho me acerqué a él, quien al verme me dirigió esa encantadora sonrisa.
Seguía en lo mismo, su sonrisa de derretía, pero ahora no quería que eso sucediera, debía hacer frente, porque en el fondo de mi ser pedía a gritos que no hiciera una locura, porque algo estaba claro, si él no gustaba de mí, nuestra amistad muy probablemente terminaría en malas condiciones y a eso le tenía miedo. Aunque mi corazón estaba bailando de felicidad porque después de tanto tiempo he decidido hacerle caso.
Relajé mi cuerpo antes de acercarme a él, no sabía muy bien que decirle, si debía ser directo o dar algunos indicios de lo que intentaba lograr, no sabía nada y eso me comía la cabeza.
—Luces pensativo —me miró tan fijamente que juraría que pudo tocar mi alma con esos pequeños ojos.
Aunque no respondí a su afirmación, seguía pensando que debía decir para declarar esto que sentía y no me dejaba dormir, esto que me volvía loco cada vez que lo veía y suspiros me propiciaba de sólo pensar en él.
—¿Estás bien? —insistió ante mi mirada perdida.
—¿Puedo decirte algo? —él asintió con la cabeza —Hay algo que he querido decirte desde hace tanto tiempo, pero no sabía cómo... Creo que ha llegado el día...
Me acerqué lo suficiente a su rostro, lo único que nos podía separar eran pocos centímetros de poder tocar sus labios con los míos. Lo besaría, esa sería la manera de declarar lo que siento, porque no existen palabras suficientes para explicar lo que en mi estómago revolotea.
Cerré mis ojos y dejé que sucediera. Nuestros labios se habían unido y ese dulce sabor que imaginé desde hace tiempo se volvió realidad. Sus labios sabían a un exquisito dulce, de lo que sabía que ahora en adelante me volvería adicto.
Creí que se alejaría al hacer eso, pero sus delgadas manos sujetaron mis caderas para atraerme más a sí, abrí un poco mis ojos y pude observar como los suyos permanecían cerrados, disfrutando del beso.
—Me gustas... Yoon Gi —pude hablar aun con sus labios sobre los míos.
—Y tú a mí, Ji Minnie —y continuamos besándonos, sin importar el que sucedía a nuestro alrededor, los únicos importantes allí éramos él y yo, nadie más.
Mientras seguíamos besándonos a la mente se me vino lo que hace algunas semanas tenía ganas de preguntarle, pero por su fobia no había podido, ¿acaso ahora sería otra la respuesta que creía?
Me separé de él cuando el aire nos comenzó a faltar, sus ojos tenían un brillo especial, un brillo que jamás había visto.
—¿Yoon Gi? —comencé a jugar con los dedos de mi mano, tenía miedo de su respuesta.
—¿Sí? —sonrió y las ganas de volver a besarlo me invadieron, pero supe tener control.
—Bueno... Sabes que mi cumpleaños es dentro de una semana y... Quería saber si te gustaría ir.
Silencio.
No hubo ninguna respuesta y su sonrisa desapareció tan rápido como pronuncié todo aquello.
—¿Estás seguro de querer que conozcan la verdad?
계속
Claudisela.
Sé que estoy actualizando bastante estos últimos días, pero ya me urge terminar de publicar esta historia :'D, así que disfruten porque mañana se avecina el último capítulo y el lunes (o muy probablemente mañana) el epílogo.