Capítulo IV "Nunca Mandes Una Corona De Flores A Alguien Que Aún No A Muerto".

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La Gran Edo.

Un león enjaulado de mirada carmesí que respondía al nombre de Sougo Okita, daba vuelta sin sentido en su oficina. El golpeteo de sus zapatos contra el suelo provocaban un sonido que solamente conseguía ponerlo de peor humor. Si es que eso era posible.

En ese instante la puerta se abrió...

—Te he dicho como un millón de veces que no entres sin tocar —Reprochó furioso a Hijikata.

—Te calmas Okita, que yo no sólo soy un simple empleado y tampoco soy uno de tus esclavos. Y te recuerdo que tus ojos de vampiro depredador no tienen efecto conmigo y-

—¿Puedes callarte? —Fue interrumpido por el poseedor de tan mencionada mirada color rubí —¿qué lograste averiguar? —El castaño se comenzó a frotar las manos visiblemente ansioso.

—¿Cuál noticia quieres escuchar primero... La mala o la peor?

—No seas idiota Hijikata, me estoy arrancando las cutículas con los dientes por los nervios y tu tienes que salir con tus idioteces. —Le ordenó que hablara inmediatamente y su mejor amigo, casi hermano obedeció.

—Yo pude averiguar que Umibouzu sigue en urgencias, el pronóstico del médico es bastante reservado, pero dicen que si el infarto no fue fulminante lo más seguro es que la libre, aunque nunca se sabe y lo demás Yamazaki quedó en inves—

—¿Acaso hay algo peor que supere el hecho de que el Yato esté vivo?

El Director General de Recursos Humanos, Yamazaki Sagaru  abrió la puerta de la lujosa oficina del castaño con fuerza y con una cara de asombro —¡Sí lo hay Okita-san! ¡La hija pródiga, la que vive en Londres! —Le aclaró —¡LLEGÓ AYER!

—La chi...¿Kagura está aquí? —Preguntó Sougo boquiabierto. Era verdad que ellos se conocían desde pequeños y de cierto modo se odiaron toda la niñez y una parte de la adolescencia, y ninguno supo cómo ese odio llegó a convertirse en algo más. Él sabía que ella se encontraba en Londres, sin embargo el castaño daba por hecho que la hija menor de los Yato nunca regresaría.

—Okita-san, también pude averiguar que supuestamente Kagura-chan esta saliendo con Kaoru De la Vallieré, pero no es alg—

El castaño no pudo articular palabra alguna luego de escuchar lo último, estaba enojado y no hay nada peor que hacer enojar a un sádico como Sougo Okita.

El castaño abrió uno de sus cajones de su gran escritorio donde se encontraban los documentos de algunos de sus empleados, tomó una carpeta al azar y se la tiró a Yamazaki.

—Despide a esa persona inmediatamente, Zaki.

—Pe-pero, Okita-san...

—Puedes decirle que hubo corte de personal, así que ve inmediatamente a despedir a esa persona.

Sougo estaba extremadamente enojado y para mejorar un poco su humor decidió hacer algo que lo hacía un poco feliz.

Sí, joderle la vida a los demás.

Hijikata aún continuaba sentado sobre uno de los sillones que se encontraban en la sala que tenía el castaño en su oficina. A decir verdad el adicto a la mayonesa disfrutaba ver a ese sádico enojado, preocupado, angustiado y desesperado, pues esos eran los síntomas que Sougo presentaba cuando algo no salía como el quería. Entonces el mayora sacó una cajetilla de cigarros que se encontraban en su lujoso saco y se dispuso a encender uno.

Sougo respiró hondo. ¿Qué otra le quedaba? Bueno contar hasta 30 siempre es una buena opción, y si no te funciona pues entonces puedes contar hasta 100. —Si tan sólo por cada vez que te fumas un cigarrillo, Umibouzu perdiera un año de vida... Yo estaría encantado de que fumes en mi oficina cada que te da la puta gana Hijibaka-san.

Del Amor al... ¿Odio?. ||Okikagu|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora