Capítulo I "Kagura Yato"

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Todos los seres humanos somos presa del destino, y precisamente nos convertimos en su presa porque no podemos enfrentarle, no es como con los miedos, porque a los miedos los miras a la cara y te das cuenta que ellos son quienes deben temerte a ti, porque tú los creas, de ti depende su existencia, en cambio, al destino no puedes mirarle a los ojos, porque aunque intentes alcanzarlo, él siempre te llevará varios pasos por delante...

Londres Inglaterra.

Entrar a hurtadillas siempre formaba parte de sus planes, no era la primera vez que se perdía toda la madrugada durante una borrachera, tampoco respondía a las llamadas que le habían hecho para saber donde se encontraba.

Deslizar la llave del apartamento a las 8:30 de la mañana, aún estando en estado de ebriedad también era su especialidad.

A pesar de ya tener una amplia experiencia para que no le descubriesen terminó haciendo mucho mas ruido del que hubiese querido.

—Intentar entrar sin tratar de hacer ruido no te salvará esta vez-aru. —Reconoció la perfecta silueta de Kagura sentada en el sofá, sujetando una taza de color rosa llena con café.

—Oe, oe, ¿Qué haces despierta Kagura-chan? —Preguntó el permanente plateado entre nervioso y asustado.

—Gin-chan, son más de las ocho de la mañana, es obvio que tendría que estar despierta, además te estaba esperando, siempre vienes en ese estado de ebriedad, si tu hija no te ayuda nadie más lo haría, ya que ahora también te llevas a Shinpachi a beber, ahora que lo pienso... Hoy no lo trajiste aquí, ¿lo dejaste en su departamento-aru?

"Mierda, no lo recuerdo, ¿lo habré dejado en el bar? ¿La calle? ¿El taxi? No, no, no, no, no... De seguro lo dejé en su departamento, sí."

El permanente plateado tampoco sabía con exactitud dónde se encontraba su amigo, aún estaba un poco ebrio y le costaba recordar.

—Ten por seguro que Patsuan donde quiera que se encuentre volverá a nosotros Kagura-chan, de eso no hay duda.

La chica de cabello color vermillion dio un largo suspiro, no se imaginaba que tan idiotas e inútiles podrían ser sus mejores amigos, a quienes consideraba como padre y hermano, pero a pesar de ello los quería demasiado.

—¿Quieres una taza de café? Preparé mucho-aru.

Gintoki asintió y pasó a la cocina a llenar su taza.

—Por cierto Kagura-chan, ¿Por qué no me habías contado que tu verdadero padre no se ha sentido bien últimamente?

—Porque papi y mami suelen exagerar las cosas para forzarme volver a casa, ya sabes como son ellos-aru.

—Tienes razón, pero te vez algo preocupada, y yo comienzo a tener dolor de cabeza.

—Ve a dormir Gin-chan —la chica sugirió en un tono dulce y comprensivo —Dejé un par de analgésicos en tu mesa de noche junto con una jarra de agua.

—¡Gracias Kagura-chan! Como siempre, mi hija tan comprensiva —Dijo el permanente plateado mientras sollozaba y la abrazaba.

A pesar de que Kagura se había convertido en una mujer hermosa, y con muchos atributos por delante y por detrás, el ojos de pez muerto y el cuatro ojos no dejaban de verla como la mocosa malcriada que era, tal y como cuando la conocieron.

—Sí, sí, ¡Uh! Ahora que dices hija e recordado que debo regresarle la llamada a mi mami-aru.

—No te lo recomiendo —Le aconsejo Gin negando con el dedo índice — Si llamarás para saber como se encuentra la salud de tu padre mejor llámale a Kamui, ya sabes Kagura-chan, si le llamas a tu madre ella sólo hablará sobre los beneficios que ofrece la vida en el Gran Edo.

Del Amor al... ¿Odio?. ||Okikagu|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora