Tabaco y vainilla.

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Si bien la gastronomía en general era de mi total gusto, hubo una persona, aparte de mis padres, claro está, que me introdujo al delicioso mundo de la postres.

Y ese fue mi profesor de repostería, Wu YiFan.

Él no era el más serio, tampoco el más estirado de la Facultad, todo lo contrario.
Su sonrisa iluminaba los pasillos del edificio haciendo llevadero el día de quien lo miraba.

Muchas chicas suspiraban por él, mientras que los chicos aspiraban un poco de su popularidad.

Y yo...yo no era ajeno a ello.

Desde el colegio preparatorio sabia perfectamente mis preferencias con respecto a mi sexualidad y tenía claro que antes que la delicadeza de una chica, prefería el aura protectora de un chico.

Y esa era la clase de personalidad que Wu YiFan tenía, esa era la clase de cosas que yo adoraba en él.

Como todos en la Universidad, al término de mi carrera tenía que realizar mi tesis y si el simple hecho de realizarla me emocionaba, cuando supe que mi tutor sería él...vaya...empecé a contar las horas para mi primer clase a su lado.

Muchas veces mi imaginación me jugaba malas pasadas respecto a algunos chicos que llegaron a gustarme, pero en esta ocasión, no podía más que agradecer que mis expectativas fueran reales.

La primer clase llegó y en medio de todo mi nerviosismo pude grabar perfectamente en mi memoria las primeras palabras con que me presentaría ante él, conciente de que cualquier error me haría sentir fatal.

Pero, pese a todos mis pronósticos, cuando mi boca decidió fallar y mi lengua trabarse un poco, el profesor Wu solo sonrío de forma cálida y me invitó a relajarme.

Fue ahí donde comprendí que no era lo peor, como muchos decían.

"Lo que tiene de bonito, lo tiene de exigente"

Y aunque si, tenían razón, no podía quitar mérito al esfuerzo que hacia porque cada uno de sus alumnos fuera lo mejor en cuanto al desarrollo de dicho proyecto.

Los días fueron pasando y mi corazón latía más rápido...las manos me sudaban y mis mejillas sonrojadas era fiel testigo de los sentimientos que estaban surgiendo en mi interior.

Me estaba enamorando.

Mi proyecto de crear un restaurant vegetariano quedó en el olvido para después volverse la idea de emprender una pastelería gourmet, todo inspirado claro está, por aquel alto profesor.

Él fue el primero en saber mi cambio de rumbo y su sonrisa hizo acelerar mi corazón.

Propuso que juntos, solo él y yo, crearíamos el postre estrella de aquella pastelería y no dude ni un momento en aceptarlo.

Las visitas a la semana se convirtieron en diarias y las miradas disimuladas en roces acompañados de ojos brillantes.

Era evidente lo que pasaba.

Fue una tarde de invierno, a dos semanas de mi graduación cuando sucedió.

Nunca fui un chico que gustará de algo en específico con respecto a drogas o alcohol, pero aquella noche probé, por primera vez el sabor del tabaco.

Y fue de sus labios.

En esa tarde, con la nieve adornando el jardín de su casa, creamos el postre principal y degustamos de el acompañado con una taza de capuchino caliente.

El sabor de la vainilla poblana nuestro paladar y mientras sonríamos cómplices de aquel gran invento, nuestras miradas se cruzaron y supimos que era tiempo.

Fue un casto beso el que inicio con nuestra romántica travesía aquella noche y no pude negarme en ningún momento, cuando su lengua me dió la bienvenida a aquella nueva experiencia.

Tabaco y vainilla...buena combinación...

Sus manos bajaron por mi cintura y el aroma a tabaco impregnado en su saco inundó mis fosas nasales haciéndome perder la cordura.

Las caricias se hacian más atrevidas y los besos más húmedos...más profundos.

Era nuestro propio paraíso y nadie me alejaría de él.

Como con el primer cigarrillo que fumas, el inicio fue difícil...sus dedos en mi interior se sentían extraños, queriendo impregnar en mi el recuerdo de él como si estuviera en casa.

Pero, como pasa también...el placer de la tercer, cuarta calada me hizo delirar cuando nuestros cuerpos se unieron y exhale el aliento siendo robado por sus labios cuando se acogió en mis entrañas de una manera inigualable.

Las embestidas, el placer...mi delirio.

Si era algo prohibido, lo disfrutaria como tal, después me haría cargo de las consecuencias.

Las palabras escaparon de mis labios sin pensarlo dos veces y su respiración se contuvo mientras me encerraba en sus brazos ante aquella inesperada confesión.

Con su aroma penetrado en mi piel, cual tabaco en la ropa, volví a casa.

Mis manos temblaban y mi cuerpo era un desastre pensando en lo que acababa de suceder.

Llegué queriendo recuperar la inocencia que él beso a beso arrancó de mi cuerpo, pero ya no había vuelta a atrás.

Y en parte...estaba bien así.

La noche paso lenta, con el viento golpeando mi ventana mientras los copos de nieve luchaban por aferrarse a las ramas del cerezo ubicado fuera de mi casa.

Las lágrimas bajaron silenciosas por mis mejillas mientras mi mente repetía una y otra vez el momento de aquella declaración de amor.

Con el corazón cada vez más roto tome el celular que insistía en interrumpir las ganas que tenía de desaparecer en aquel momento y lo que ví estremeció mi cuerpo y cada fibra de mi ser.

De: Profesor Wu
También te amo KyungSoo... sé mío.



Hola...
Último relato de los cuatro programados...pronto volveré con el final y espero les guste mucho 🙈🙈🙈

Nos vemos pronto...les quiere...

KH~

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