Nueve.

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El verano termino y tuve que volver a la escuela.
Quería darle un gran futuro.
Quería darle todo.
Y como muestra de eso le di un anillo.
El diamante brillaba en su piel con la gracia que solo un ángel como él podría tener.
Me dijo que no era necesario, pero me gusto la sensación de compensar mi ausencia con detalles, detalles que me hicieron sentir bien conmigo, dándole algo que fuera merecedor de él.
Los diamantes son fríos, duros y costosos.
No me importo pagar millones solo para ver una sonrisa en sus labios cada vez que le daba uno.

El corazón de la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora