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Seungkwan caminaba a paso rápido en dirección al parque, había quedado con Hansol en ese lugar a las 4:00pm. Para su mala suerte su reloj marcaba las 4:30pm.

Recorrió todo el maldito parque buscandolo pero no lo encontraba por ninguna parte.

—Maldición.

Susurró para él, se suponía que este día tendría una de las citas más perfectas jamás tenidas. No podía creer que por su torpeza terminaría así su día.

No había podido hablar con Hansol desde esa mañana, cuando se saludaron en la escuela.  Y el único roce que sintieron sus labios fue cuando su novio le había jalado el brazo para darle un beso, de esos que te dejan una boba sonrisa en el rostro, de esos que verdaderamente transmitían sentimientos.

Se había dado por vencido, se había acabado. Caminó arrastrando los pies mientras que su vista estaba en el suelo, sorbió un poco su mucosidad a la vez que intentaba no llorar, su nariz estaba de un color rosa brillante y sus visión poco a poco se fue distorsionando por sus lágrimas.

Pasó su antebrazo por su nariz y cerró sus ojos por unos segundos para, al menos, intentar dejar de llorar, caminó unos pocos pasos hasta que accidentalmente tropezó con una figura desconocida.

—¡Cuidado! ¿Acaso no- ¡Seungkwannie!.

Esa voz, esa dulce y tan suave voz.. era Hansol. Seungkwan se lanzó a los brazos de su novio en cuánto su cerebro reconoció por completo la voz.

—¡Hansol!.—Cuando estuvo tan cerca del rostro del nombrado, unió en un suave pero necesitado beso, saboreando como los belfos ajenos sin una pizca de vergüenza .

—¿Por qué has tardado tanto?.

—Discúlpame, me entretuve con algunas cosas que tenía que hacer.

 —¿Cosas más importante que yo?.

Seungkwan se ruborizó y empezó a tartamudear, no había querido decir eso, Hansol era para él , todo lo contrario, era la luz que iluminaba día a día su oscura vida, él lo había salvado de todos sus pesares.

Un sorpresivo beso en la frente hizo que el mayor se callara, Hansol en general, nunca se comportaba de esa manera era más bien él el que le pedía besos y casi siempre era rechazado.

—Vayámonos, hay que aprovechar el tiempo que nos queda.

Hansol y Seungkwan caminaban por el parque entrelazando firmemente sus dedos, pese a todas las miradas que recibían ellos seguían sonriéndose de una manera dulce mutuamente.

Stultus FuisseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora