Día VII - Tiempo Juntos. [Parte 2/2]

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XIV

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~Día 7~

Luego de acabar de limpiar la habitación, por capricho de Springtrap, ambos suspiraron satisfechos. El conejo se dejó caer rendido en la cama del oso, cerrando los ojos.

—Eres un desastre, Golden. Vaya basurero en el que duermes.

—No me reclames, ya te he dicho la razón por la que se encontraba de esa forma cuando llegamos —le reprochó el rubio—. Al menos es mi desorden, y nadie lo ha visto nunca.

—¿Eh? ¿Nadie? —Golden asintió—. Pero tú me has dejado entrar...

—¿Sí?

—Vaya... —Springtrap miró al techo y llevó ambos brazos tras su cabeza—. Me siento especial.

—¿Eh? —el oso ladeó la cabeza.

—He sido el primero en ver tu desorden. Eso me hace especial, ¿no? —Springtrap sonrió de lado. Las palabras del conejo lograron sacarle unas buenas risas al rubio-oro.

—Si quieres verlo de esa forma, entonces no negaré que lo eres. —admitió divertido Golden.

—Oh, bien~

Era sorprendente como el huraño conejo podía actuar tan infantil algunas veces. Y Golden no iba a negar que era una parte linda de él.

Springtrap borró su sonrisa de a poco, mirando de nuevo fijamente al techo de la habitación. Entrecerró sus ojos un momento y miró sus manos cubiertas de vendajes como si intentase encontrar en ello la respuesta a algo.

Golden observó su acción algo extrañado. Ese malestar en su pecho regresó.

—¿Springtrap?

—¿Has pensado... —comenzó el ocre, volviéndose hacia el oso— Qué pasaría si... nos separáramos...?

Ahí estaba de nuevo.

—¿Por qué lo preguntas?

—Quiero decir... —trata de corregirse el conejo, cerrando su puño—. Siempre hemos estado juntos, y debemos admitir que muy pocas veces logramos estar de esta forma sin encontrar una razón para pelear...

—Tienes un punto... —el oso, pese a estar de acuerdo con sus palabras, aún así no sabía a qué quería llegar con ello.

—¿Cuál sería tu reacción si, por alguna desconocida razón, ya no fuéramos capaces de... vernos?

Golden cerró sus ojos un momento y un suspiro pesado escapó de sus labios. Colocó el último libro en la estantería antes de acercase a la cama con pasos lentos. Springtrap, sin embargo, no le prestaba demasiada atención y se limitaba a mantener su mirada plateada fijamente posada en el techo enlosado, opacado por su antigüedad. Siquiera se inmutó al momento en que Golden, con pereza, se dejó caer a su lado en la cama. Ambos se mantuvieron en silencio un momento, inmersos en sus propios pensamientos profundos. Y no fue sino luego de unos largos tres minutos que el rubio finalmente decidió pronunciar palabra alguna.

—Aún no lo entiendo.

—¿Podrías responder, pedazo de estúpido? —Springtrap ya había perdido la paciencia—. No hay mucha ciencia en eso. No tienes que ser científico, ¿sabes?

Stupid Lovers (GoldenTrap)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora