Stupid Lovers (GoldenTrap)

Día III - Ellos no lo Saben.

V

.
.

~Día 3~

Sintió un tirón en su brazo, pero todo lo que hizo fue fruncir el ceño mientras se acomodaba para seguir durmiendo. Vagamente oía una voz en la lejanía, pero decidió ignorarla mientras soltaba un gruñido. Con el pasar de los minutos la voz se hizo más insistente.

-Gol... Golden... despierta...

"No, no lo hagas Golden. No vayas hacia la luz." Pensaba el oso, manteniendo sus ojos fuertemente cerrados como si de lo contrario fuera a ocurrirle algo malo.

-¡G-Golden...!

"¡No! Los humanos dicen que esto es ir al otro mundo. No los abras..."

-¡Q-QUE TE DESPIERTES, CARAJO!

Golden abrió sus ojos de golpe y, confuso, sintió una extraña calidez. Era agradable... Pero instintivamente miró frente a él y...

Estaba prácticamente sobre su conejuno amigo...

Éste lo miraba sonrojado. Con una mezcla de vergüenza y extremada molestia...

Molestia más que nada. Eso no era bueno.

Y en un intento desesperado por apartarse el dorado terminó por caer de la cama de una manera muy ridícula, golpeando su cabeza con la mesa de noche.

Hubo un silencio sepulcral. Springtrap parpadeó y se incorporó con rapidez.

-G-Golden... ¡Si serás estúpido! ¿Estás...?

-¿... Bien...? -le interrumpió, asomándose, al cabo de un tiempo, desde la cama-. ¡D-de maravilla...!

Un hilo de sangre bajaba de su frente mientras hablaba. ¿De maravilla, decía?

Springtrap no sabía si reírse o darle su merecido en ese preciso momento... no, ese golpe ya había sido suficiente.

-En serio eres un estúpido... -suspiró resignado el conejo antes de ponerse de pie-. Vamos, levántate. Trataremos eso.

-He dicho que estoy bien... Sólo me siento algo... mareado... -se dejó caer al suelo de nuevo como si se tratase de una cama y movió una mano de manera desinteresada-. Ah... tú sólo vete. Me quedaré aquí tendido un rato más-

-¡Claro que no, te me vienes conmigo y sin peros! -sujetó ambos brazos del oso y comenzó a arrastrarlo fuera de la habitación.

-Spriiing~ ¿Qué rayos hacía yo aquí~? -preguntó Golden, arrastrando las palabras al igual que lo hacían con su cuerpo.

-Anoche llegaste a mi habitación lloriqueando como un idiota, y luego te quedaste dormido -contestó Springtrap, dando la vuelta en un pasillo, aún arrastrando al oso como si se tratase de un saco de papas-. Te acaparaste toda la cama, maldito.

-Ah, sí... yo necesito abrazar una almohada cuando duermo... creí que eras mi almohada Spring~ -Golden cerró sus ojos, haciendo que su amigo se alarmara-. ¿Adónde íbamos...?

-Golden, deja de dramatizar y abre esos malditos ojos -Springtrap comenzó a desesperarse-. Ya casi llegamos. Le pediremos ayuda al primero que se presente, ¿oíste? ¡Y no te negarás!

-Claro, claro~ -canturreó el rubio-. Eh, veo conejos... ¡Veo muchos conejos~!

-Eh... sí... ¿conejos? -Springtrap no podía creerlo. ¿Acaso el oso estaba alucinando? ¿Qué tan fuerte se golpeó la cabeza?