VIII
.
.~Día 4~
La cara de perro que llevaba en esos momentos era... ¿Increíble?
Sí. Tenía cara de perro, a pesar de que era un oso. Vaya lógica, ¿eh?
Pero existían varios motivos por el cual su malhumor no era del todo importante para el rubio-oro.
El primero; su querido amigo ya no estaba constantemente evitándolo. ¡Finalmente había vuelto a ser como antes! O algo así...
Segundo; su cabeza ya no sangraba ni sentía que todo a su alrededor daba vueltas como si estuviese drogado. Aquello había sido el causante de más del veinticinco porciento de su "mala energía."
Y tercero; Springtrap lo estaba tratando y... por alguna razón, se sentía muy a gusto. Quién sabe por qué, a pesar de que el conejo no había sido del todo gentil.
Pero eso al oso le daba igual. Quizás sí era un poco masoquista pero, por supuesto, él no lo veía de esa forma. Ahora, Springtrap se encontraba absolutamente concentrado cambiando el vendaje de su cabeza.
Envuelve. Envuelve. Ata.
Parecía tan concentrado en su labor. Su mirada era seria y su cuerpo estaba ligeramente erguido. Golden no podía explicarlo pero le agradaba el tacto del menor; le generaba un leve cosquilleo en la piel y una sensación agradable cuando éste rozaba con su mano sus cabellos.
Cerró sus ojos un momento, pero pronto volvió a abrirlos al notar que se había detenido.
—Eres muy bueno con esto de los vendajes. —comentó el rubio en voz baja.
—Bueno, no es que haya que ser un experto —contestó con algo de obviedad el conejo—. Ya sabes.
—Aún así...
El oso le echó una mirada rápida. Sus orbes oscuros bajaron hasta los brazos y manos de su compañero donde sus vendajes eran fácilmente visibles. Y quizás sí era bastante obvio. Su expresión reflejó entonces cierto dolor e impotencia.
—Ya sé en qué piensas —la voz tranquila de Springtrap llegó a sus oídos. Éste retomó su trabajo, prosiguiendo a atar aquella tela que envolvía su cabeza con un poco más de cuidado—. Mis vendajes.
—Uh... —Golden levantó un poco la mirada hacia él, sorprendido. El peliocre le dedicó una pequeña sonrisa.
—Eres un libro abierto, Golden —rió levemente—. Heridas que no cicatrizan. Son bastante molestas pero me he acostumbrado.
—Pero siempre sangran. —susurró el oso con preocupación.
—Y no dejarán de hacerlo a menos que me reparen —su tono era extrañamente bajo—. Pero...
—¿Pero? —Golden lo miró con atención, recibiendo una negación con la cabeza de parte de su amigo.
—Nada —concluyó, dejando dudoso y disconforme al ojioscuro.
—Springtrap...
—¡Que no es nada! ¡Sólo déjame, esto no te importa! —exclamó, volviendo a su tono irritado de siempre. Tiró de la oreja izquierda del oso, sacándole una mueca de molestia y ligero dolor —. Ya he terminado. Ahora, vete de mi habitación.
—¿Me echas...?
—¿Tú qué crees?
—Pero...
ESTÁS LEYENDO
Stupid Lovers (GoldenTrap)
MizahNota 10/03/22: Teniendo en cuenta que el Goldentrap hoy en día está lejos de ser lo que era antes... ¿Cuántos me cancelarían si de repente decidiera continuar con esta tonta historia? --- Porque ambos eran tan despistados que no lograban darse cuen...