8 años

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Era un soleado día cualquiera en la hora del recreo de una escuela de primaria de un barrio de Barcelona. Los grupos entre chicos y chicas estaban claramente diferenciados y raramente uno podía ver una chica dentro de un grupo de chicos o, a la inversa, un chico en un grupo de chicas. Como es normal en los momentos de patio, muchos niños pequeños suelen vivir aventuras que nunca un adulto podría vivir, llena de mapas con sus tesoros escondidos, de templos con fuego y paredes pintadas con runas mágicas que, si se perturbara el descanso de los dioses, causarían calamidades a los pequeños exploradores que, gracias a su imaginación, visitaban alegres y aventureros los laberintos de los templos. Las chicas, coquetas y entre risas hablaban sin parar entre ellas, y curiosamente, les encantaba disfrutar de esos pequeños minutos de diversión con sus compañeras. En el patio de recreo siempre había un grupito de chicos que siempre iban juntos. Sus nombres eran Eric y Marc. Como cada día, el grupo de chicos estaban sentados comiendo su bocadillo mientras hablaban entre ellos.

Eric, el más alto, solía hacer siempre de cabecilla. Era de los más conocidos entre las clases. Su altura y su pelo castaño claro con reflejos rubios lo hacía irresistible para todas las chicas, pero a él le interesaba más estar con sus amigos. Eric era muy carismático y fácilmente se llevaba bien con todos los compañeros de promoción. Siempre llevaba puesta una sonrisa como prenda de vestir y nada más acercarse a él, se respiraba una sensación de confort muy agradable.

– Esta tarde podemos ir después de clase al muro y jugar un rato a la pelota. ¿Qué te parece? -Preguntó Eric a su amigo.

El muro era una pared muy icónica del barrio donde vivían aquellos chicos. Cualquiera que pasara por allí solo vería una pared pintada con dibujos que algunos gamberros habían hecho eludiendo a la ley por las noches. En cambio, los verdaderos chicos y chicas que vivían allí, sabían muy bien que detrás de cada pintada había una historia y que cada cierto tiempo, se iban reescribiendo de nuevas encima de estas. Cada dibujo tenía un significado, y si se daba en caso de que no fuese así, los mismos jóvenes que solían frecuentar aquella pared les daban uno dándole así vida a aquellos simples, pero especiales dibujos que solían aparecer sin previo aviso y de un día para otro.

Al lado del famoso muro, había un pequeño estadio de fútbol donde todo aquel que quisiera y trajera consigo un balón, podría ponerse a jugar en mitad de la pista con sus amigos. Estos dos muchachos solían ir mucho con sus compañeros de clase. Luego de jugar un partido siempre se paraban a mirar que nuevos dibujos habían aparecido en el muro.

-¡Me parece genial! -Dijo emocionado Marc.

Marc, un chico rubio con ojos castaños, siempre estaba atento a todo y fácilmente se emocionaba. No era muy alto, pero eso no le impedía ser un gran amigo. Su sentido del humor y su gran corazón le hacían ser la pieza indispensable para cualquier equipo de amigos.

-¡Mis padres me regalaron un balón nuevo para mi cumpleaños y quiero estrenarlo marcando un buen gol!

Hacia no mucho que había sido el cumpleaños de Eric. Su familia era de las pocas que tenían un poco más de dinero de lo habitual. Sus padres tenían un buen trabajo. La madre era veterinaria profesional y tenía su propia consulta. Su padre, en cambio, era químico y se pasaba los días encerrado en el laboratorio estudiando nuevos fármacos para una farmacéutica muy importante.

Como Eric era de los primeros en cumplir años, sus padres decidieron hacer una buena fiesta de cumpleaños para sus nueve años de edad. Mucha gente acudió a su fiesta. Entre ellos se encontraban sus compañeros de clase.

La fiesta fue genial.

Los chicos no paraban de jugar juntos y las chicas también. Hicieron una batalla entre sexos donde las chicas tenían que encontrar a los chicos y luego, cuando todos estaban encontrados, se intercambiaban los papeles y era turno de que las chicas se escondieran y los chicos las buscasen entre los sitios más escondidos del establecimiento.

Perdido en su menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora