18 años

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Enzo estaba corriendo calle abajo. Llegaba tarde y no podía permitirse el lujo de perder más tiempo. Ese tiempo tan valioso que se le estaba echando encima cada vez que desbloqueaba su teléfono para ver, que efectivamente, se iba acercando la hora señalada y aún tenía un buen tramo que recorrer antes de llegar al sitio donde se iba a encontrar con los demás.

<<La colonia a la mierda>> pensó mientras se acercaba la camiseta a la nariz para olerse.

Se había arreglado expresamente para aquella noche. Aquella mágica noche donde, por la tarde, se había pasado horas arreglando y repeinando de mil y una formas mientras su madre le decía de fondo "En la noche de San Juan pasan cosas maravillosas". Enzo no comprendía esas palabras. Para él, aquella noche era como otra cualquiera. La única diferencia era que la oscuridad iluminada por la luna y sus estrellas duraba menos que cualquier otra noche en todo el año y eso ya era excusa para que la gente, se reuniera para festejar y tirar cohetes para llenar de colores y 'Aaaa...' aquella corta pero simpática noche.

Enzo llevaba su camiseta preferida de color azul con las mangas negras y unos pantalones oscuros que, según su madre, combinaban genial. Él no tenía mucha idea de ropa pero mientras su madre le dijera que iba guapo él ya se sentía más seguro.

Siguió corriendo hasta que supo que llegaba oficialmente tarde. Pero eso no le impidió dejar de darse prisa.

Llegó a la plaza donde había quedado. Una amplia plaza con bancos y arboles donde sentarse y disfrutar de la brisa en verano. Había también unas terracitas donde poder tomarse algo mientras se charlaba junto a amigos y familiares. Era una plaza muy activa y animada de su barrio. Allí, siempre se podían ver a niños pequeños jugando con pequeñas pelotas que botaban hasta casi rozar el cielo. Se podría ver a las niñas saltando a la comba y a la plata coja o simplemente jugando con sus muñecas preferidas. Se podría ver también a los padres, atentos pero distraídos al mismo tiempo, sentados mientras charlaban entre risas y cervezas en las terrazas de los bares de aquella plaza.

Aunque era de noche, la plaza seguía viva.

Paró para coger aire y ver dónde estaban sus amigos. Dio vueltas y vueltas con la mirada alrededor de la plaza y vio como en un banco de madera, había reunido un pequeño grupo de gente. Se fijó bien y pudo distinguir a Cristina sentada encima de Matt y a Marc y Silvia a su lado. De pie estaban Marina y Alice, la chica de los mil rizos.

Enzo se fue acercando ahora ya sin correr, pero a paso rápido hacia sus amigos. Alice fue la primera en girarse y verlo. Ella, al cruzar su mirada, dibujo una sonrisa de las suyas y le saludó con la mano. Enzo respondió de igual forma. Acto seguido, los otros integrantes del grupo le saludaron.

-Hola chicos, perdón por llegar tarde.-Dijo mientras daba la mano a Matt y a Marc.

-Tranquilo, aún falta que Eric llegue con los del equipo de futbol. -Dijo Marc.

Empezó a dar dos besos a las chicas y maldijo su sudor porque sospechaba que iba a oler fuerte.

-Qué bien hueles. -Dijo Alice. -Es nueva la colonia?

A Enzo le sorprendió que, después de haber corrido, siguiera oliendo bien. Pensó en dos posibilidades: o Alice tenía muy buen olfato o aquella noche la fortuna estaba de su lado. Si la segunda era la correcta, deseo que siguiera con ella hasta que se despidiera de aquella chica.

-Gracias, es una que me ha dejado mi padre- sonrió.

-Bueno ahora toca esperar a los tardones que aún no han llegado. -Dijo Matt.

-Cariño no te preocupes que llegarán en seguida. -Le respondió Cristina.

Desde la fiesta de cumpleaños de Matt, Cristina y su amigo habían desarrollado una relación más allá que una mera amistad entre amigos. Nunca habían dicho que eran pareja, aun así, siempre que estaban juntos de fiesta se besaban y muchas veces hacían manitas sin que se dieran cuenta. Pero pocas veces se les veía con las manos entrelazadas mientras caminaban por la calle. Era una relación muy extraña a ojos de Enzo. Él creía que en realidad los dos se querían, pero que ninguno de los dos lo decía o lo acababa de reconocer.

Perdido en su menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora