17 años

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Las vacaciones de verano habían llegado a su fin. El sol cada vez brillaba menos, los pájaros cantaban con menos energía cada mañana, la brisa veraniega desapareció y dio paso a pequeños golpes de aire ligeramente fríos. Se acabó ir a la playa y usar pantalón corto.

Era mediados de setiembre y quedaban apenas unos pocos días antes de retomar las clases. Enzo había dado el estirón y había cumplido 17 años e iba a empezar su último año en el instituto antes de irse a la universidad.

El día llegó, y las clases se retomaron. Enzo llegó puntual y allí se encontró con sus dos buenos amigos Marc y Eric. Los dos tenían una cara de no querer volver a estudiar que parecía que sus ojos gritarán que volviese el verano urgentemente.

-Hola chicos. ¿Qué tal? -Preguntó Enzo acercándose a sus amigos.

-Podría estar mejor. - Dijo secamente Eric mientras se daban la mano.

Marc no le dio la mano, en vez de ello se abalanzo sobre él -Enzo! ¡No quiero ir a clase! Recuerdas lo bien que se estaba en la playa bajo el sol, o en la plaza de las fuentes tomando limonada, o incluso en casa junto al ventilador tirado en la cama...-Le dijo el rubio con una cara de tristeza exagerada.

-Pero piensa que este va a ser nuestro último año. ¡Luego ya podrás ir a la universidad y hacer la carrera que tanto te gusta! -Dijo Enzo intentando animar a su fiel compañero.

-Hum...- suspiró Marc mientras Eric sonreía discretamente entre dientes.

El timbre sonó y daba la señal que era hora de subir al aula y hacer la presentación de inicio de curso. Todo el mundo se sentó en un pupitre. Enzo miro a su alrededor y vio que todo el mundo estaba allí como el año pasado. Estaba Marc, Eric, Luis, los del equipo de futbol y el grupo de chicas de la prepotente de Cristina. Y como no, Alice también estaba allí. Sentada junto a sus amigas, distraída, como si tampoco tuviera muchas ganas de estar en clase. Su cuerpo estaba en el aula, pero su mente seguramente estaba en otro sitio, quizá, al igual que Enzo, ella también era una chica con mucho mundo interior.

Enzo y Alice nunca habían sido grandes amigos. Simplemente conocidos de clase. Habían hecho algún par de trabajos juntos para clase y se habían saludado un par de días por la calle. Aun así, Enzo seguía notando como sus pupilas se dilataban al verla, y mucho más cuando los rayos de sol chocaban contra sus rizos mostrando así su color dorado como estaban haciendo en ese momento a través de las ventanas de clase.

Después de observar de nuevo a sus compañeros que no había visto desde antes de verano se dio cuenta que había un chico nuevo en clase sentado a un pupitre de distancia de él. Era un chico no muy alto con el pelo ondulado y castaño oscuro. Sus ojos azules como el mar llamaban y cautivaban la atención de cualquiera. Era pálido, pero no por ello tenia pinta de ser enfermizo, al contrario, parecía un chico bastante deportivo y con mucha energía. Los dos mantuvieron un fugaz contacto visual y el chico tras darse cuenta le mostro una sonrisa de oreja a oreja a Enzo el cual respondió con un ligero movimiento de boca simulando lo que parecía ser una leve sonrisa.

La profesora de lengua entró por la puerta. Volvía bastante morena y con una sonrisa algo maléfica a ojos de los estudiantes. Seguro que ya estaba pensando en los exámenes que iba suspender a placer este año.

-Hola a todos chicos! -Dijo nada más sentarse en la mesa del profesor- Qué pena tan grande verdad? Este año seré yo vuestra tutora-siguió diciendo sin quitar la sonrisa de la boca- Vaya, vaya. Espero que hayáis pasado un buen verano porque este es vuestro último año en este instituto y os pondré unos exámenes más fuertes que los del año pasado.

-Profe! -Grito un compañero desde última fila-Pero este año se mas benevolente anda. Hazlo por nosotros y porque te caemos bien.

Toda la clase le siguió el royo al chico pidiendo y rogando que no se pasara tanto con los exámenes este año, pero eso no parecía hacer cambiar de opinión a la profesora.

Perdido en su menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora