Enzo estaba de pie, inmóvil, sin saber dónde estaba. Había perdido la noción del tiempo y del espacio. Le costaba mucho pensar. La habitación estaba oscura, pero a Enzo le resultaba familiar aquella situación. Se sentía cómodo, igual que cuando estaba encerrado en su mundo. Miró a su alrededor, pero no pudo ver nada. Todo estaba bastante borroso.
<<Por favor, no te vayas.>> Escuchó, pero no supo quién lo decía ni de dónde venía aquello, pero lo sentía muy real, tanto como si de un susurro al oído se tratase.
De pronto, entre la oscuridad, apareció Alice. Serena y sigilosamente, fue avanzado delante de él muy despacio. Cada paso que ella daba hacia que el pulso del chico se intensificaba cada vez más hasta el punto que sentía como si su corazón quisiera salir de su pecho.
<<Vuelve.>> Volvió a escuchar aquella voz.
Alice se puso delante de él. Ella sonrió. Los dos jóvenes se acariciaron las mejillas dulcemente y acercaron sus rostros hasta que sus narices chocaron y jugaron juntas. Entonces, antes de que se besaran y sin previo aviso, un destello iluminó por completo todo aquel lugar.
Enzo fue abriendo los ojos lentamente. Una luz extremadamente blanca en el techo le nublo la vista. Se llevó su mano derecha a la cabeza, intentando recuperarse de aquella ceguera. Entonces, confundido, miró a su alrededor. Vio que justo en frente suyo había un reloj que marcaban las diez de la mañana.
Las paredes eran completamente blancas y bien iluminadas. Miró su mano izquierda y vio que estaba conectado a una máquina que le media las pulsaciones de su corazón. Notó, dolorido, que también llevaba una vía intravenosa en su brazo, con un suero que iba recorriendo un tuvo, que lo llevaba desde una bolsa donde estaba colgada hasta su cuerpo.
Bajó la mirada y vio que estaba con una bata de hospital puesta y que estaba estirado en una cama. Al levantar levemente la mirada vio a Alice, apoyada al final de la cama, medio dormida mientras susurraba en sueños.
-Por favor, no te vayas. Vuelve-. No paraba de repetir. Parecía que estuviera delirando.
Enzo, aun confundido, le hablo a la chica.
-Alice, ¿qué hago aquí? -Le dijo mientras acariciaba con su mano derecha el pelo de su amiga.
Entonces Alice levanto su cabeza y al ver a Enzo despierto se le iluminaron los ojos. Con sus ojos húmedos, se levantó de un salto y fue directa a abrazar de alegría a su compañero. No quiso hacerlo muy fuerte porque sabía que su amigo estaba débil y no quería hacerle daño.
- ¡Enzo por fin has despertado! -Dijo emocionada-. Pensaba que te había perdido para siempre.
- ¿Dónde estoy? -Enzo seguía algo confundido.
-En el hospital. Voy a avisar al médico. Ahora vuelvo.
La chica salió corriendo gritando por un doctor mientras recorría los pasillos del hospital. Enzo se quedó solo en su habitación y ahora, con la vista más clara, miro detenidamente su habitación. Vio como había una mesa con una silla justo al lado de una la pared, que tenía una gran ventana. Encima de la mesa vio la cámara de fotos de Alice, su bolso y un libro que, seguramente, habría estado leyendo durante los días que había estado dormido.
La puerta se abrió y vio entrar a una Alice junto a una enfermera que fue directamente a cogerle las constantes vitales.
-Ahora vendrá el médico-. Dijo la enfermera mientras le ponía la cinta en el brazo para calcular su tensión.
Los dos jóvenes se quedaron mirando. Alice le respondió con una amplia sonrisa de felicidad mientras que Enzo no sabía muy bien qué hacer.
-Todo irá bien Enzo. Ahora te harán unas pruebas para ver qué tal estas.
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Perdido en su mente
RomanceEsta novela corta relata cómo vivió Enzo su relación de amor a lo largo de los años. Es un viaje solo de ida, a través de la vida de un joven, que se enamora locamente de una chica. En este libro sentirás y revivirás lo que sintió y vivió un Enzo en...