Estoy cansada de sentir que le debo mi vida a otras personas, que tengo que conformarme con lo que dice alguien más. Como una maldita ley.
No soporto que mis días tengan que depender de tus emociones, que se suponga que yo deba entregar, soportar, escuchar y superar. Estoy harta.
Tengo que reprimirlo todo pues no hay quien me escuche, y quien lo hace sólo aplica su reproche. Y voltea página para hablar de sus problemas.
Tengo que guardar mi angustia, esperar a que caiga el demonio rojo a lanzar sus grises cuchillas en mi piel de papel.
Ya me cansé de llorar por extrañarlos y no poder hacer nada al respecto, a tu manera fuiste tú quien los alejó, pero claro; no podría decírtelo jamás, no podría decirte cómo me has herido, cómo mi creadora me ha arrojado a un monstruo no tan oculto. No tan oculto.