Introducción

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Era una noche oscura y lluviosa, el sonido de la lluvia se podía oír al chocar en las ventanas del automóvil en el que Elizabeth viajaba con sus padres rumbo a Berlín para visitar a sus abuelos por un año, los relampagos caían y su electricidad alumbraba la carretera pues en el cielo no se veía ni la luna, ni las estrellas; las nubes los ocultaban, no se veía nada más que los árboles moviendose por la fuerza del viento, un paisaje terrorífico.

Elizabeth escuchaba música durante el trayecto cuando de repente, esta paró.
Ella tomó el reproductor y este parpadeaba hasta apagarse.
-¡Demonios! Esto ya no sirve- exclamó enfadada, de repente el auto en el que viajaban se detuvo.

-¡Qué rayos!- exclamó el padre de Elizabeth, e intentó encender de nuevo el auto, pero, a pesar de los intentos esté no arrancó; la lluvia había cesado y la luna llena iluminaba hacia una enorme casa muy adentro de los árboles del bosque, la madre de ella la visualizó y supuso que sería buena opción acercarse a pedir ayuda y hospedaje al menos por esa noche.
Sin tener en cuenta que ese sería el último día en el que verían a su hija.

Una extensa neblina con una luna llena iluminaba dentro de los árboles que adornaban la carretera vacía.

El padre de Elizabeth seguía intentando hacer funcionar el motor del auto; mientras que Elizabeth y su madre habían bajado de este para estirar las piernas.

-Eli mira hay una casa-exclamó su madre sorprendida.

-mamá ¿dónde?-pregunto ella muy confundida.

-Ahí dentro de los árboles-señalo la madre. Elizabeth volvió la mirada hacia los árboles hasta dar con una casa -¡Vamos!-dijo su madre jalándola de la muñeca para hacerla avanzar. Al llegar hasta la puerta de la casa, la madre de Elizabeth pensó que sería buena idea tocar y pedir refugio o ayuda, por el contrario Elizabeth tenía una mala impresión de tan enorme casa, la casa solitaria dentro del bosque, tenía un oscuro secreto.
Aquella casa era de color negro, la luna le daba un aspecto tétrico. 

-Mamá este lugar me da escalofríos- repuso Elizabeth asustada. -No creo que sea buena idea entrar.

-Ve por tu padre, los esperaré aquí para después tocar- dijo la madre despreocupada del peligro. Elizabeth obedeció y fue hasta donde se encontraba su padre, pero al caminar por los árboles sintió una corriente helada que la rodeó en forma de silbido, Elizabeth frenó en seco.
-¿Quién está ahí?-preguntó asustada

-¡Shh!-exclamó una extraña voz. -Silencio Elizabeth los árboles escuchan.

-¿Quién eres? ¿Cómo sabes mi nombre?- Cuestionó Elizabeth, el extraño viento la movió, ella parpadeo un poco mientras frente a ella estaba un chico aparentemente de 20 años, con la piel extremadamente pálida, alto y con aroma a pino, seguramente debía ser porque vivía en el extenso bosque.
-Me presento, mi nombre es Joseph, Joseph Anderson -respondió haciendo una extraña reverencia. -Deseo saber ¿qué estáis haciendo aquí?
-No, no lo sé- repuso ella-mi reproductor se apagó al mismo tiempo que el auto de mi padre se estacionó.
-¿Dónde está tu padre?- Cuestiono el chico.

-En la carretera, intentando hacer que el auto funcione, mamá me ha mandado a buscarlo- dijo ella temerosa.
-Corren un gran peligro- advirtió él.

-¿A qué te refieres?- Cuestionó ella.

 -Sí. Corren peligro mi casa está infestada, si entran ni tu familia ni tú podrán salir es más podrías morir-continuo él.

-¿Tu casa? ¿De qué hablaís?

-Sí, ¡Mi casa! Ahora ¡Vete!- Gritó Joseph. Elizabeth se volvió para buscar a su padre cuando Joseph observo la pequeña marca que ella tenía en el cuello: un lunar de media luna.-¡Espera!- Exclamó mientras Elizabeth detenía su paso -tú eres...-

-Soy ¿Qué?-preguntó ella confundida

-La elegida- susurro él,

-La ¿qué? perdón pero creo que estas equivocado, solo vine a Berlín a visitar a mis abuelos- repuso ella. Joseph estaba perplejo.

-Eso explicaria que vuestro auto se detuviera...lo hizo él-dijo con un poco más de calma en su voz.

-¿Quién es "él"?-exclamo Elizabeth.

-Te he dicho mucho, debo irme. -dijo él mientras desaparecía entre los árboles.

-¡Espera!-grito ella pero no tuvo respuesta y fue en busca de su padre.


Al estar los tres en la puerta de la imponente y tétrica casa la madre de ella estaba decidida a tocar la puerta.

-Mamá no creo que sea buena idea-dijo Elizabeth asustada.

-¡No! Elizabeth tenemos que descansar, mañana partiremos a casa de tus abuelos-explico la madre y su padre la secundo.

 –Elizabeth tu madre tiene razón, a lo mejor puede que alguien me ayude con el auto.

-Mamá, papá por favor no-dijo ella; pero ni su padre ni su madre le hicieron caso, como si estuvieran hipnotizados, tocaron a la inmensa puerta negra, Elizabeth iba a hablar cuando dicha puerta se abrió.

-Buenas noches, sean bienvenidos a Casa Negra- dijo un cara pálida mostrando una inmensa sonrisa maliciosa.

The Black House: Amor y Vampiros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora