-Estás tan preparada, tan mojada...
-Ah... -no pudo decir más, no mientras él la acariciaba de aquella forma que quitaba el pensamiento. Él sabía hacer que las personas dejaran de pensar. Él sabía como hacerla olvidar.
-Te deseo tanto que me duele –musitó él, y le tomó la mano- mira –dijo presionando la frágil mano contra su erección.
Luna ardió, y quiso tocarlo más. Quiso mucho más que tocarlo.
Pero él la besó, y todas sus ideas huyeron.
Matteo dejó sus pantalones caer, y no se molestó en quitárselos del todo. Solo acercó a Luna más al filo de la mesa, y la aferró de la cadera con una mano, mientras con la otra dirigía su miembro ya enfundado con un preservativo hacía su entrada.
La besó, y en el momento que la empezó a besar, comenzó a hacerse paso en ella, despacio, suavemente, hasta que estuvo totalmente dentro. Dejó de besarla y la miró a los ojos nublados por el deseo.
-¿Estás bien? –preguntó haciendo que ella se extrañara. Luna tan solo asintió.
Y eso bastó para que él comenzara a moverse en su interior con un ritmo controlado, se adentraba despacio y prolongadamente, una y otra vez, haciendo que ella se volviera loca.
El cuerpo de Luna comenzó a temblar de placer, y él salió de su interior, y manejando su miembro lo movió de arriba hacía abajo por todo su sexo, haciéndola gemir, y a la vez dejándola deseosa de sentirlo de nuevo en su interior.
Ella iba a hablar para pedírselo, para pedirle más, abrió la boca, y entonces Matteo la penetró, profundamente, y ella gritó sacudiéndose por el orgasmo.
Su cuerpo temblaba, y su sexo se contraía mientras él se habría paso entre los músculos de su feminidad, buscando su propia liberación que no tardó en llegar.
Luna lo abrazó mientras ella misma dejaba de temblar, y él la besó levemente.
-Ya estás echa toda una maestra –susurró él. Y ella no pudo evitar sentirse insultada.
-Tengo un buen profesor –masculló, dejando de abrazarlo.
-Seguiremos practicando –aseguró él, mientras se retiraba.
-Si, claro, no será para siempre.
Matteo se alejó un poco y se deshizo del envoltorio de látex.
-Lo se, será hasta que me canse de ti
Luna achicó los ojos y lo miró furiosa, se colocó la ropa para no sentirse más humillada, él tan solo tenía que subirse los pantalones, y los calzoncillos.
-Ya veremos –masculló.
-¿Decías algo?
-Mi dinero –escupió. No era el mejor momento
Los ojos de Matteo se oscurecieron, y ella se retiró mientras él se ponía delante de su revuelto escritorio.
-No te preocupes, que no me he olvidado, pagaré tus servicios
Quiso gritar, y patearle sus partes nobles, quizás así no fuera tan arrogante y cínico. Pero se mordió la lengua.
Él rebuscó en un cajón y después soltó un fajo de billetes.
-Ahí tienes –dijo él
-Gracias –musitó ella sintiéndose una basura.
-No las des, desde luego vales más que eso
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Solo una Noche
Teen Fiction-Te tengo un trato si lo aceptas, tu hermano no ira a la cárcel. -¿Que tipo de trato?-pregunto Luna, retorciéndose las manos, nerviosamente. -Has de acostarte una noche, con un rico empresario, solo satisfazlo, y tu hermano se libraria de todo mal...