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Bajo de la limusina para encontrarse con una enorme casa, sus ojos se abrieron asombrados, y con timidez, agarro su pequeña maleta, había metido en ella varias prendas pues no sabia cual iba a utilizar finalmente.

<Solo satisfazlo>

<Lo que te pida, deberas dárselo>

Nada, no sabia nada por ello mismo había llenado su maleta, no olvidándose de su billete que le garantizará la vuelta al día siguiente. Solo una noche, una noche y todo mal se alejaría de su familia. Solo una noche.

Solo su virginidad.

Sacudió la cabeza y echo a un lado ese estúpido pensamiento, su virginidad no era tan importante prefería librarse de ella, y no mantenerla siempre intacta, pues veintidós años ya era buena edad para dejar ser virgen.

Fuera como fuese.

-Señorita sígame

La voz de un hombre mayor la saca se su ensoñación, el mismo le quito su maleta y comenzó a caminar. Siguió a aquel hombre hasta una enorme habitación, la cual le informo que es suya hasta que "el señor" volviera.
El señor ¿como seria?

No tenía idea alguna, su nombre era lo único que tenía y porque David se lo había dicho.

-La cena será a las ocho -dijo el hombre- a esa hora volverá el señor, por lo demás, puede hacer lo que usted guste -la informo.

Luna asintió, incapaz de emitir sonido alguno.

Observo las cuatro paredes de la habitación y quedo totalmente asombrada, aquel cuarto era muy amplio y luminoso, una gran cama se encontraba en ele centro, todo decorado con tonos pasteles y crema.

Se acercó al armario y lo abrió encontrándoselo vacío, vacilo entre meter su ropa o no, al final metió la maleta en un hueco, no la pensaba deshacer, total, se iba a marchar bien pronto.

Se dejo caer sobre el cómodo colchón, y después de un rato de silencio, decidió que se daría una ducha antes de vagar un poco por la enorme casa.

Estaba nerviosa, no se sentía con fuerzas, y necesitaba para lo que iba a suceder.

Poniéndose en pie, se puso a buscar el baño, salió de la habitación, y tras varias puertas, llamo al hombre que la había ayudado, este le mostro el baño en su propia habitación, haciendo que ella se sonrojara.

-Gracias -dijo, y se escondió en el interior del baño, amándose de fuerzas, mientras abría el grifo del agua- una noche -se recordó.

Matteo colgó el auricular del teléfono enfadado, no daba crédito a lo que pasaba.
Todo iba de mal en peor.

Empezando por unas malas reuniones que habían acabado en discusiones, y ahora estaba el hecho, de que la chica que solía mandarle su tío David cada mes, estaba en su casa. ¡En su casa!  Maldito fuera todo.

Normalmente la alejaban en un hotel, hasta que él iba. Pero ese día no había podido ser y la habían llevado a su casa.

Por suerte la despacharia pronto.

Tendría que hablar con su tío de una vez por todas. David, hermano de su madre, acostumbraba a mandarle cada mes una mujer diferente, con la intención de mantenerlo contento, y que así, él siguiera invirtiendo en su empresa.

Lo que su tío no sabia, era que él no se acostaba con ninguna de las mujeres que él mandaba. No porque no le gustaran, si no porque se consideraba lo bastante hombre, como para conseguir a una mujer por si solo, siempre y cuando le apetecía tenerla.

Solo una NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora