Sirena

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Todo empezó una mañana fría de febrero en aquella colorida secundaría llena de jóvenes hambrientos de experimentar el rozar de un par de senos femeninos y jovencitas esperando la primera oportunidad para enseñar sus brassiers con encaje, entre ellas se encontraba Margo, una chica normal y concupiscente cómo cualquiera.

Aquel día, irían a un espectáculo de acuario, era un sitio hediondo repleto de animales marinos viejos y asientos para ver las tarimas casi deshechos, a Margo no parecía importarle el aviso. Llegando al acuario, los chicos esperaban fumar un cigarrillo, o subir a los asientos y molestar a las focas bailando en las tarimas.

Margo se alejó buscando una esquina donde sentarse, llevó consigo una historieta, "LoliHard" era su nombre, cada página llena de sexo duro y parafilias que hacían que su sexo tímido se calentará, ella no se percató que detrás venía Soto, un compañero de clase, Margo sabía que la espiaba al orinar, y olía su camisa del gimnasio para después esconderse y tocar su pequeño miembro, a Margo no le importaba, no era su tipo.

Soto se acercó a ella, quería demostrar su interés y con un poco de suerte, lograría ver debajo de su blusa escolar, pero Margo quería estar sola, al alejarlo, Soto trato de arrebatar le su historieta enojado, (entiendan era un chico con granos y algo enano, solo quería poder presumir de haber divisado un pecho femenino qué no fuese en Internet), pero un enorme ser lo asustó, golpeando el vidrio de la pecera desde adentro, Soto se vio obligado a soltar el libro y darse a la fuga.

Margo levantó la vista, era una cosa enorme, anaranjada, dotada de largos y prominentes tentáculos, era un pulpo, Margo lo contempló, mientras el pulpo clavaba su vista en ella, quien se sentía tan pequeña y desprotegida, en una esquina de la pecera tenia escrito: "Genaro", Margo susurro entre dientes: -Te llamas Genaro... -

La visita de aquel día había concluido, pero Margo no dejaba de pensar en Genaro, llegó a su casa, y se encerró en la oficina de su padre, a su madre no parecía importarle pues estaba muy ocupada mirando al nuevo vecino broncearse, mientras su hermana pequeña miraba "La sirenita" en la televisión.

Margo se sentó a mirar la polvorienta pantalla, recordó al enorme Genaro, y se dedicó a buscar información sobre pulpos, una frase la impresiono "El miembro de un pulpo es tan largo como un tentáculo..." la frase no dejaba de resonar en su pervertido cerebro, una brisa cálida acallaba su sexo, estaba excitada.

Salió de la oficina dispuesta a darle satisfacción a su húmedo ser, cuando vio a su madre en la cocina.

-¿Mamá?- dijo Margo

-¿Qué?- preguntó sin mucho interés su madre

-¿Las personas pueden tener sexo con animales?- preguntó Margo.

-Que tonterías dices niña- su madre la miro con asco

-Es en serio mamá... - replicó ella

-Para algo así...- la madre calló un segundo y miro a la televisión, la pelirroja Ariel hablaba con su cangrejo amigo -Deberías ser como la sirena esa- concluyo la plática con un tono sarcástico

Aquella noche Margo no pudo dormir, "ser la sirenita..." se decía cada minuto dentro de sí, tenía tantas preguntas y ninguna respuesta. Por fin se quedó dormida con una mano acechando su ropa interior.

Despertó más alegre de lo acostumbrado, comió un pan con mantequilla de la mesa, vacío su maletín y lo lleno de toallas y latas de sardinas de la alacena, salió a toda prisa directo al acuario. Paso toda la tarde mirando al bello y gigante Genaro, comer, nadar, asomarse a la pista de espectáculo y mirarla, al acercarse la hora de cerrar, se escondió en el baño esperando no ser encontrada, y así fue, no es que la seguridad fuera lo más importante para aquel fétido y descuidado acuario.

Margo buscó por todos lados la puerta de acceso a la principal atracción, logró abrir la, prendió las luces y ahí estaba, una pista de cemento gris, una pecera gigante y fríos asientos para espectadores.

Abrió su maletín y empezó a sacar las latas de sardinas, abriendo y arrojando una a una al agua, hasta que ligeras burbujas se apoderaron de la superficie, era Genaro, quién estaba entrenado para salir al espectáculo cuando se le diera comida, se asomó hasta la gris tarima, atraído por el aroma del agrio alimento, Margo se acostó en el suelo dejando un pequeño rastro de sardinas a su alrededor, unto su cuerpo apenas curvilíneo con los pescados muertos, esperando que algo sucediera.

Genaro olía el pescado por todos lados, era más de lo que le pudieran dar en una función, estaba drogado por el aroma, él no detectaba a la pequeña Margo que yacía acostada desnuda, asustada y excitada sin saber que pensar, sus viscosas ventosas arremetieron contra las sardinas de su cuerpo, marcando su pálida piel con moretones rojizos de sus ventosas.

Margo estaba muy excitada, su lamosa piel, las fuertes ventosas y su cuerpo pesado, eran perfectos, pero algo faltaba, tomo una lata de sardinas y la vacío en su sexo, Genaro detectó más comida.
El pulpo succiono las sardinas encima de la ropa interior de Margo, arrancándole fuertes gemidos, Margo se sentía en el cielo, ninguno de sus dedos podía darle lo que Genaro le hacía.
Pero un aroma lo acompañaba, era algo más, un pescado diferente, y Genaro lo quería.

Al día siguiente los entrenadores de Genaro se llevaron un asqueroso y gran susto al encontrar un cuerpo desnudo y sin vida de mujer, con la vagina destrozada y abierta de par en par en un charco de sangre, y la cara más asquerosa mente lasciva que alguien pudiese tener, ah, y a Genaro, a un lado, lamiendo el cuerpo repleto de cabezas de sardina.

Fin.

Cuento por Domi Moff.

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Cuentos Raros para Gente Rara ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora