Sally

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Cada día de mi vida es igual, me levanto temprano, saludo a mi molesto vecino, y corro a alcanzar el autobús al trabajo.

Ahí mi estúpido jefe me jode con trabajo hasta la hora de salida donde me grita por no ir de juerga con los compañeros, me toca fingir que me encantaría pero no puedo.

Los odio a todos.

Cada día es una mierda.

Hasta que una tarde la vi, una hermosa mujer de cabello naranja, cuya belleza me dejo embobado.

Cruzamos miradas cuando entré al restaurante a un lado de mi trabajo donde siempre iba a comer, ella era una nueva mesera, se acercó a mi a preguntar mi orden con una preciosa sonrisa y en su gafete rezaba el nombre "Sally".

Tuvimos una pequeña conversación mientras pedía mi comida, es bellísima me encanta el sonido de su voz. Creo que estoy enamorado.

La miro mientras como, y siento cómo ella vuela de mesa en mesa delicadamente haciendo lo suyo, me encanta, la llamo un par de veces para pedir agua o lo que sea. Quiero que me note.

Término mi comida, y me despide con un dulce "Vuelve pronto, Tobías".

Y así mi nueva rutina empezó, dejé de llevar comida al trabajo, y cada que podía iba a comer o pedir lo que sea al restaurante, ella me notaba, me saludaba y me daba mi orden, charlabamos tanto. Estabamos en completa sintonía.

Después de unas semanas, Sally sabía exactamente a que horas iría a ver la, sabía que pediría y lo hacía saber con una perfecta risita, la amo. Quiero que sea mi esposa.

Un día fui de improvisto para darle un ramo de rosas sorpresa a Sally, y la vi.

¿¡Cómo podía mirar a los demas clientes cómo me miraba a mi?! ¡¿Cómo podía hacer me eso?! Esa sonrisa era mía, y ella se las regalaba a ellos, como si una broma cruel se tratase.
Debía hablar con ella.

La esperé atrás del restaurante, la veía desde mi oficina, cuando a la noche sacaba la basura al callejón, era el mejor momento.

Me acerqué a hablar con ella cuando la vi sacar un cigarro, se asustó hasta que la salude, me sonrió dulcemente, esa es mi hermosa Sally, le intento explicar mi molestia, pero ella parece no entender, me entristece que se haga la tonta, le explicó lo que vi y que no puedo pasar lo por alto.

Sally suelta el cigarro y parece asustada, dice que lo hablemos en la mañana dentro del restaurante, le digo que no, que lo haremos ahora, que no puedo amar la de esta manera, Sally me grita, no entiendo, está no es mi dulce y brillante Sally, le pido que se calme, le digo que la amo y la sujeto de los hombros, ella me da un golpe en la cara y me grita que ella no me ama.

Todo se vuelve borroso.

A la mañana siguiente, despierto y Sally esta en mi cama durmiendo apaciblemente, su delicioso aroma me embarga.

Salgo de la cama con cuidado para no despertar la, voy a la cocina, a preparar le huevos y tocino, cómo en el restaurante.

-¡Sally querida, ya esta él desayuno!
¿Cómo qué no quieres huevos y tocino? Amor, los hice para ti, para disculpar me por lo de anoche, se que no estuvo bien, oh vamos Sally ya basta, ven a comer.-

Sally no quiere levantarse de la cama, así que le llevo el desayuno, soy él hombre mas feliz del mundo, ella por fin acepto ser mi novia.

Le doy huevos y tocino a Sally en la boca, ella no quiere comer los, parece enferma.

-¿No te sientes bien cariño? oh, Sally mi amor, esta bien llamaré al vecino tranquila, él sabra que hacer, es doctor.-

Entre quejas y molestias el vecino accede ver a mi preciosa novia, lo hago pasar al cuarto.

Vecino: Qué... ¿Qué esto? Tobías...
Tobías: ¿Qué? Es Sally, mi novia, no quiere comer, ¿debería hacer le una sopa mejor?
Vecino: Tobías... esta muerta... ¡Esa mujer esta muerta!

Fin.

Cuento  por Domi Moff

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