Belleza. Trilogía "Bonita"

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Chealse siempre ha estado acostumbrada a ser la reina del mundo o de su preparatoria que es lo mismo para ella.

Nunca tuvo problemas para tener amigos, pareja, pretendientes o esclavos, ¿por qué? porque Chealse ha invertido mucho tiempo, dinero, y esfuerzo en su belleza y nada más que su belleza.

Un buen día Chealse, notó que tenía un pequeño y diminuto barro, por el cual se convertiría en según Cheals el peor día de su vida, paso todo el día rascandose y escondiendo al pequeñin.

Esa noche bebió más agua que de costumbre, asi su piel estaría más sana al despertar.

Pero las cosas no mejoraron para la hermosa jovencita, al día siguiente su terso rostro no tenía uno, ni dos, si no cinco barros rojizos que resaltaban de sus mejillas, Chealse asustada, asistió a clases con un cubre bocas, pero no era suficiente para parar la comezón que sentía.

La ya no tan preciosa preparatoriana, en un arranque de odio hacía la vida por querer arrebatar le su belleza, compró todas las cremas, mascarillas y serums anti acné que pudo y se decidio a limitar aún más su dieta, haría lo que hiciera falta para no perder su belleza.
Esa misma noche bebió un gran vaso de agua y con una mascarilla se acostó esperando lo mejor.

Sin embargo, pasaban los días y su rostro cada vez se llenaba más de acné rojizo y supuriento del que no podía escapar, las marcas de sus uñas en sus mejillas y frente eran más notorias, y los rastros de sangre seca contrastaban coléricamente con su blanca piel.

No importaba cuantas mascarillas probase, ni cuanta agua bebiera, los barros seguían apareciendo cada vez más grandes, rojos y gordos.

Durante la noche, Chealse no pudo más con la comezón, sentía como si se fuera a volver loca en cualquier momento, se levantó de su cama entre gimoteos de enojo y dolor, a causa de sus largas uñas que rascaban incomodamente su cara.

Parada frente a su reflejo, insultando a la vida, a los barros y a ella, poso sus manos en su cara y en un arranque de coraje rasguño su celestial rostro con tal dureza que gotas de sangre caían a su lavabo, hasta que una sensación extraña la hizo parar.

Se quito las manos de la cara y ahí estaba, la causa de todos sus males, frente a sus ojos, sus barros abiertos, lastimados y sangrantes, contenían gusanos blanquecinos que asomaban sus cuerpos bañados en hilos de sangre y pus, quienes se retorcían intentando salir a la superficie.

Una Chealse horrizada, gritó tan fuerte como pudo, su madre que iba llegando de viaje entró por la puerta a la voz de: "¡Hija, bonita! ¿tiraste el agua que dejé en el congelador? Es que estaba contaminada". 

Fin.

Escrito por Domi Moff.
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Cuentos Raros para Gente Rara ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora