Verdades

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Las grandes paredes de la casa de los Stark hacían que uno se sintiera seguro. Por un momento había dudado de lo que podría pasar con mi persona al pisar aquel hogar pero para mi sorpresa los hijos de Ned Stark no quería mi cabeza, todo lo contrario parecían personas amables en su trato.

Por otra parte Jaime Lannister no corría con la misma suerte en el trato. Si no fuera por su hermano Tyrion, el mata reyes estaría durmiendo en la nieve.

-No hay noticias del muro – la voz de Jon Snow resonó por la sala – Hemos tenido muchas bajas y la gente ha comenzado a inquietarse.

-¿Entonces qué es lo mejor que podemos hacer?

-Tenemos que atacar – la mirada del rey del norte se digirió hacia Daenerys – Vuestro dragones serán de mucha ayuda.

-Pero no creo que sea lo mejor ir con los tres – interrumpió Tyrion – si vamos con todos nuestros hombres corremos el riesgo de perderlo todo.

-Si es por eso solo llevare a Drogon y Viserion, podré controlarlos a los dos. – mi vista se pozo sobre la figura de Daenerys. Me encontraba a sus espaldas por lo que ella difícilmente podría ver que aquella idea no me gustaba para nada.

-No es que quiera llevarle la contra su gracia pero aún no sabemos cuánto son ¿No cree que es mejor que un puñado de hombres avisen antes de que usted se preste para ir al campo de batalla? – pregunto Tyrion buscando con su mirada que lo apoyara. Pero no pude hacer más que encogerme de hombros. Aquel tema ya lo había discutido con la reina.

-Son mis dragones, solo me obedecen a mi.- contesto con firmeza ella y por arriba de su hombro me miró – Ser Jorah me ha aconsejado lo mismo pero es mi gente también. Debo pelear si quiero sentarme en el trono. – Hizo una pausa y se levantó de su asiento – Aun no entiendo como son los norteños ni como es la gente en Poniente pero no seré igual que mi padre. No quiero que la gente me tema sino todo lo contrario. Vine a reclamar mi trono.

El ambiente de la sala se había tensado un poco. Daenerys estaba hablando con todo aquel fuego que había en su ser y como yo la conocía, sabia de más que luchar en aquellos momentos contar ella no sería más que para montar una escena. Ella había tomado su decisión.

-Quizás podría montar uno de los dragones –

Toda la sala movió su cabeza en dirección a Jon Snow. Mi entrecejo se frunció mientras me acercaba un poco más a la silla en la que ella estaba sentada.

-No – contestó tajante ella.

-No lo pondré en peligro. – Comenzó a explicarse él – contamos con unos días, pocos días hasta que los caminantes lleguen aquí. Si usted me enseña podría montar uno de sus dragones y así sería más fácil poder atacar al ejército de los caminantes.

La sala volvió a estar en silencio mientras el rey en el norte mantenía su mirada en la soberana.

-No estoy seguro que ellos te dejen acercarte. – Tyrion interrumpió parándose de su asiento. – Los dragones solo son montados por Targaryen.

-Pero él ha viajado a lomo de Dragón hasta aquí – Jon Snow desvió su mirada para colocarla en mí.

-Es porque lo conocen desde que son bebes y además nuestra reina estaba con él. Si ellos estuvieran a solas con ser Jorah o cualquier otro, no correría con tal suerte.- explico la mano de la reina. – Solo obedecen a Daenerys

Tense mi mandíbula esperando que aquello convenciera a Jon Snow que no iba a poder montar a un dragón. Ni siquiera yo estaba seguro de querer montar uno a solas. Terminar quemado por cualquiera de ellos no era una muerta digna para un oso salvaje como lo era yo.

The Bear SongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora