Capítulo 1: Clarke

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6 años y 7 días después.

Los rayos de sol acarician y calientan mi piel. Abro los ojos poco a poco y observo la belleza de la naturaleza que me rodea. Es curioso cómo algo tan bello puede ser también mortal.

Pero no para mí, ni para Maddie, la niña Natblida que encontré 6 meses después del Praimfaya. Estaba buscando una presa que cazar, alguna de las pocas especies que sobrevivieron, cuando de repente vi la silueta de un cuerpo inmóvil entre los matorrales. Sentí miedo y alivio a la vez, no podía ser un cadáver del Praimfaya porque todos los restos se habían desintegrado hacía tiempo, pero entonces, ¿quién era y por qué estaba ahí?

Sin dudarlo un instante me acerqué al cuerpo y al girarlo vi el rostro de una niña, no tendría más de 10 años. Pero no se movía, estaba muy delgada y tenía la cara pálida. La tomé el pulso, y con gran alivio, sentí su sangre bombear por las venas. Se estaba muriendo de hambre, así que la recogí con cuidado del suelo y la llevé sobre mis hombros hasta mi refugio (que básicamente consistía en una cueva llena de objetos que he ido encontrando en mis cacerías).

Se despertó cuando la tumbé y consiguió hablar antes de volver a caer en un sueño profundo "Maddie... mi nombre es Maddie".

Desde entonces, cada noche antes de dormir, nos hemos sentado delante de una hoguera y la he contado una historia diferente cada día: qué es el Arca, cómo era vivir allí, cómo llegamos a la Tierra y todo lo que ha pasado desde entonces. También la he contado a quién he amado, a quién no he podido decirle que le quiero, a quién he tenido que matar para sobrevivir y con quiénes he sobrevivido.

En ocasiones Maddie me dice que sabría reconocer a Bellamy, Abby, Octavia cuando les viera, por todo lo que la he contado de ellos.

Llevo todos mis dibujos de ellos y mis recuerdos en un cuaderno que encontré en las ruinas de una casa, y ahora mismo lo estoy observando, sentada en el capó del único todoterreno que existe en el planeta, el que se quedó en la mansión de Alie antes de que el Praimfaya arrasara con todo.

Decido cerrar el libro y bajarme del capó para hacer mi rutina de cada mañana: intentar contactar con el Arca a través de la radio. Cojo la pequeña antena que encontré en la casa de Alie y el walkie talkie y me siento en un tronco caído, al borde de un pequeño precipicio.

- Aquí vamos otra vez - digo con un suspiro - Bellamy, si puedes escucharme, si estás vivo... - una ola de dolor invade mi cuerpo al decir eso - han pasado 2.199 días desde el Praimfaya. No sé por qué aún hago esto todos los días. Tal vez es mi manera de mantenerme cuerda, de no olvidar quién soy, quién era - las lágrimas luchan por salir de mis ojos, pero no las dejo salir - ha sido seguro para que bajéis durante más de un año ya. ¿Por qué no lo habéis hecho?

Me obligué a soltar el botón del walkie para tomarme un minuto de descanso. Repetir las mismas palabras todos los días no las hacían menos dolorosas, al contrario, me recordaban la posibilidad de vivir sola con Maddie el resto de mis días.

- El búnker está en silencio también, tratamos de sacarlos durante un tiempo, pero hay demasiados escombros. No he podido contactar con ellos tampoco - "no sé nada de mi madre o de Octavía" quería haber añadido - De todas formas... todavía tengo esperanza. Dile a Raven que apunte al único lugar verde y me encontraréis. El resto del planeta por lo que he visto, básicamente apesta y...

De repente dejé de hablar, escuché una explosión proveniente del cielo, y unos segundos después apareció de entre las nubes un objeto luminoso. Podía notar cómo mi corazón latía rápidamente, tan fuerte que tenía miedo de que explotara. Me puse de pie y poco a poco el objeto empezó a adquirir forma: era una nave.

Intenté calmar los latidos de mi corazón respirando lenta y profundamente y volví a hablar a través de la radio.

- No importa. Os veo.

Suelto el walkie y voy corriendo hacia la parte trasera del todoterreno y me meto en el maletero. Maddie está durmiendo sobre las pieles de animales que utilizamos como cama.

Me arrodillo a su lado y la acaricio.

- Hola mi pequeña Natblida - Maddie parpadea y abre sus ojos azules - es hora de despertarse.

- No quiero más lecciones por hoy.

Otro ruido de la nave suena a lo lejos y Maddie se incorpora rápidamente. Primero mira en la dirección en la que proviene el sonido y luego me mira a mí.

- Has esperado mucho para este momento - la digo sonriendo.

Ella sonríe también y sale corriendo del todoterreno para ver la nave. Yo sigo en el todoterreno, pensando en que yo también llevo esperando mucho tiempo para este momento, y por fin, hoy es el día.

- Creí que habías dicho que era una nave pequeña - gritó Maddie desde lejos.

Ese comentario hizo que toda la alegría que estaba sintiendo se convirtiera en miedo. "¿una nave grande?" pensé "no puede ser, algo va mal".

Salí corriendo y llegé al lado de Maddie sin parar de contemplar la enorme nave que teníamos en frente.

Esa nave no provenía del Arca ni de ningún sitio que conociera.

- Maddie, trae mi rifle, ahora.

Sin hacerme ninguna pregunta salió corriendo y al instante estaba a mi lado, dándome el rifle. Con toda la calma que fuí capaz de mantener, me coloqué el rifle sobre el hombro y miré por la rejilla, enfocando a la nave.

"Eligius corportarion" estaba escrito en uno de los laterales de la nave. Enfoqué más a la derecha, en dirección a la puerta de la nave. Había un letrero que me dejó sin respiración, "Transporte de prisioneros".

- ¡Estamos aquí! - gritó Maddie saltando y moviendo los brazos hacia arriba.

- ¡Abajo! - la digo, y rápidamente la agarro del codo y la tiro de ella hacia abajo para que se agache a mi lado - Quiero que escondas el todoterreno, mantenlo fuera de vista y carga las armas.

- ¿Todas? - sé que he asustado a Maddie con mis palabras y que tiene miedo, pero ahora mismo hay que actuar rápido.

- Todas - la contesto.

Después de unos segundos en los que Maddie permanece inmóvil, sale corriendo hacia el todoterreno.

Yo, sin embargo, soy incapaz de apartar la vista de la nave. Está aterrizando en la explanada que hay debajo del pequeño precipicio en el que me encuentro. El ruido de la nave se mezcla con un nuevo sonido, el motor del todoterreno al arrancarse, pero poco a poco el sonido se aleja hasta que se deja de escuchar.

"Ahora sólo somos Maddie y yo contra quien quiera que salga de esa nave" pienso.

Después del PraimfayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora