Capítulo 6: Octavia

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Casi 6 años después del Praimfaya.

En todo este tiempo las cosas han ido de mal en peor. Después de descubrir que estábamos enterrados bajo los escombros de la torre de Polis, hemos hecho turnos entre todos para apartar las rocas que taponan la salida del búnker. Todos los escombros que íbamos apartando, los acumulábamos en unas salas vacías del búnker.

El proceso era el siguiente: se formaba una fila de personas que iban pasando entre ellos las rocas que sacaban los primeros hasta que llegaban a los últimos, y éstos, las iban amontonando en orden en una sala que no se usaba. Excepto los niños, las personas mayores y los enfermos, el resto de personas incluida yo, colaboraban en este proceso.

La esperanza, que había desaparecido hacía tiempo, volvió a surgir, y todos nosotros estábamos más animados que nunca. Pero de repente, un día, pasó algo que hizo que la esperanza volviera a largarse de nuestros corazones.

Estaba en la sala de mandos, más conocida como la sala de la Comandante, cuando de repente estalló una gran explosión seguida de gritos y sollozos.

Salí corriendo de la sala y me guié por los gritos que escuchaba hasta llegar al lugar de su origen, las escaleras que daban a la salida del búnker.

Pero ya no se veían las escaleras, solo había polvo y escombros por todos lados. Debajo de las rocas había manos y cuerpos aplastados por las rocas y de ellos salían charcos de sangre.

Muy pocas personas se habían salvado del derrumbamiento, estaban de pie con cortes y heridas (algunas eran más graves y profundas que otras), temblaban a causa del miedo y estaban paralizados, en estado de shock.

El resto de personas, al igual que yo, se habían acercado corriendo nada más escuchar los ruidos y gritos. Les miré y les di una orden.

- Breik en sis em au! (¡liberarlos y ayudarlos!)

Todos los que estaban ahí, respondieron a mi orden y se acercaron más. Cada uno ayudaba a su manera. Unos llevaban a los supervivientes a la enfermería, otros apartaban con cuidado los escombros que aplastaban a la gente y otros llamaron a Abby y a sus aprendices para que proporcionasen atención médica a los heridos que no se podían mover.

Después de tres largas y horribles horas, hicimos recuento de supervivientes: en total habían muerto 12 personas y había 18 heridos. Todas las personas habían sido atendidas y estaban reposando en las salas de enfermería. Abby nunca había tenido tantos pacientes como ese día.

Me acerqué a la camilla de Nylah, tenía un buen corte en la frente, pero no era nada grave.

- ¿Cómo estás? - la pregunté.

- Genial - mintió, y después sonrió, pero rápidamente dejó de hacerlo después de que un escalofrío de dolor la recorriera el rostro.

- Si no te encuentras bien, puedo venir en otro momento...

- No - dijo agarrándome el brazo para impedir que me fuera - ha sido tan repentino... estábamos quitando los escombros, como siempre hacemos, pero esta vez al quitar una roca una avalancha cayó sobre nosotros. No recuerdo nada más antes de despertarme aquí.

Era incapaz de ocultar el dolor en mi rostro, tanto tiempo trabajando para nada.

- Encontraremos otra solución, no te preocupes - dije para consolar a Nylah, "y a mi también" pensé.

- Octavia, soy yo, puedes decirme la verdad - dijo mirándome a los ojos - ambas sabemos lo que esto significa.

Me obligué a tomarme un minuto de silencio para reflexionar lo que le iba a decir a Nylah. Era imposible salir del búnker, los escombros habían entrado dentro tapando la salida a la superficie. No podríamos mover ni una sola roca sin arriesgarnos a que se formara otra avalancha.

Después del PraimfayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora