-No es justo.
-Lo sé, pero es necesario que te tomes el descanso.
-Será mejor que me quedé.
-No, no, no. Has trabajado casi todas las noches para hacerte este tiempo. Alexander, debes tomar un descanso.
-Sin ti, nada tomaría sentido.
Eliza se sintió conmovida por las palabras de su esposo. Deseaba levantarse de la cama, y escapar con él a la casa donde toda la familia Hamilton pasaría las vacaciones. Sin embargo...ordenes del doctor, eran ordenes.
Era una mala broma; una muy cruel, de hecho.
Hace semanas que le pedía a Alexander que los acompañara en las vacaciones lejos de la ciudad. Dijo que haría todo lo posible, pero hizo más bien lo imposible. Recordaba lo frío que era la cama sin su esposo, mientras hacia su plan para el Congreso. Las ojeras bien marcadas debajo de sus ojos le recordaban el sacrificio de varias noches.
Descanso, necesario.
Sin embargo, una noche antes del día esperado, Eliza sufre fiebre nocturna y palidez en la piel. Alexander va en búsqueda en medio de la noche por un médico para su esposa, y tras horas y horas, uno se presenta para darle la mala noticia: debía quedarse en cama durante el verano, o sino iría para peor.
Al llegar Angelica, Eliza y Alexander estaban en medio de una discusión, en la que, por un lado, la Schuyler del medio intentaba persuadir a su marido para que se fueran sin ella, mientras el otro declaraba que se iba a quedar.
La mayor tuvo que ponerse del lado de Alex al inicio...pero la conversación se vio ganada cuando vio las bolsas debajo de los ojos castaños de su hermano político.
Dos contra uno. Esta discusión, viera por donde se viera, el inmigrante del Caribe no iba a salir victorioso.
Ahora se encontraba despidiéndose de sus dos hijos, Philip y Angelica, mientras Alexander fruncía el ceño, con un mal sabor en la boca. Su cuñada posó una mano en su hombro, empujándolo levemente hacia la cama matrimonial donde descansaba la enferma.
-Eliza...-musito sentándose a su lado.
-Por favor...-imploró con una sonrisa-disfrútalo por ambos. Pasa tiempo con Philip, eres su ídolo-señalo con los ojos al primogénito pecoso que había dejado un poema en el regazo de su progenitora-Quiero verte más descansado y jubiloso...Por ambos, ¿puedes Alexander?-volvió a pedir.
Para su tranquilidad, recibió un suspiro de resignación y una sonrisa.
-Para cuando el verano termine, lo primero que haré será pasar tiempo contigo-prometió.
Un tenue rosa se posó en las mejillas de la señora Hamilton. Un beso en su frente fue la despedida de su esposo; misma acción fue repetida por su hermana, con un guiño y una mirada que decía "cuidaré de ellos".
Siempre podía confiar en Angelica.
Escuchó el sonido del carruaje al llegar y al partir.
La casa Hamilton estaba vacía, exceptuando un par de sirvientes y la Sra. Schuyler Hamilton.
OoOoOoOoOoOoOoOoO
Una semana había pasado.
La buena noticia es que se sentía mejor.
La mala, era que no podía irse por lo establecido por el médico.
Durante ese tiempo empezaba a extrañar a su esposo, a sus pequeños, a Angelica a quien no veía desde hace tiempo...se sentía demasiado sola y comenzaba a deprimirle.
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"I'm helpless...and I can't say no to this"
RomanceSemi-AU. En la casa de los Hamilton, Eliza Schuyler, esta sola mientras se recupera de una enfermedad. Por insistencia de ella, su esposo, hermana e hijos se van a descansar. No había nada divertido ni fuera de lo común mientras extrañaba a su fam...