Alguien debe pagar las consecuencias

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Si Eliza podría determinar cuando se dio cuenta que lo de Maria Reynolds iba en serio, peligrosamente, fue cuando su familia regresó, al terminar  el verano.

-¡Madre!-gritaron a la vez dos entusiasmados niños, corriendo a su ya mejorada progenitora.

-¡Mi Philip, mi Angélica!-los abrazó. Los extraño mucho; sus infantiles rostros e inocentes miradas que la hacían sentir feliz.

Pero no satisfecha.

-Eliza~

-¡Angélica!-las dos hermanas se juntaron en un abrazo, que sabían no duraría mucho: la mayor debía regresar a Londres esa misma tarde-Lamento no haber ido, hace mucho que no estamos juntas.

-Si te atrevías a venir enferma, yo te iba a obligar a volver-dijo con la sonrisa astuta caracteristica de la mayor de las Schuyler.

Le recordaba los tiempos de hermandad donde había risas y juegos. Solo las tres: Angélica, Eliza y Peggy.

Pero nunca estuviste satisfecha.

Al final, el hombre de la casa entró, adquiriendo un brillo en su mirada al ver a su amada esposa, tan radiante como siempre lo fue para él. Como un niño corrió y la elevó en el aire, dando un gritó de júbilo.

-¡Mi Eliza! ¡Tan hermosa mi esposa! -la devolvió al suelo y dio un beso que mostraba lo tanto que le había echado de menos. Philip soltó un "iuggh", mientras su hermana ocultaba sus risitas. Angélica desvió la mirada sin ser obvia, mordiéndose el labio para ignorar el dolor en su pecho-Te extrañe, mi Eliza.

-Mi Alexander, yo también lo hice.

Alexander era un magnifico hombre, inteligente, leal y valiente. Iba por todo con pasión y eso la cautivó en su momento.

...Sin embargo, él no te satisface.

Besando a Alexander, mirando a sus hijos y hermana, solo se da cuenta de cuan lejos llegó y que no había vuelta atrás.

Solo Maria la hacia sentir satisfecha, tanto por su presencia...como con su cuerpo.

OoOoOoOoOoOoOoO

Se suponía que solo iba ser UNA vez. Por el bien de su familia, de la reputación de ambas, etc, había varias razones. Sin embargo esa "última ocasión" se había convertido en otra, en otra y en otra...en fin, resulto que terminaron siendo amantes...por dos años.

¿Estaba bien que no la carcomiera la culpa? No, eso solo le pasaba cuando estaba lejos de ella, acostada en la cama matrimonial.

En ese tiempo paso algo más...la llegada de Alexander Jr y James Alexander.

Su familia lo celebró, incluso un día Maria también lo hizo, en el silencio de su lugar de encuentro: la habitación vacía de un infeliz matrimonio Reynolds. Que, contradiciendo eso, era donde el amor entre dos mujeres se hacia presente, al menos en una tarde.

Eso era ya casi una rutina, donde se veían en secreto sin que nadie sospechara, y parecía ir bien.

Pero con todo secreto habrá un momento donde sale a la luz.

Y mientras Eliza daba sus clases de piano a Philip, con Angelica y sus otros dos hijos escuchando, admirando a su hermano mayor, Alexander hace acto de presencia. Su esposa lo vio desconcertado, hasta que lo escucho soltar una carcajada que no cuadraba con la expresión de hace poco.

-Alexander, ¿qué ocurre?-con un gesto, sus hijos se alejan para que los adultos conversen.

-Oh vaaaya, que gracioso-dijo luego de reír-Eliza, Eliza, qué carta más divertida o tal vez errónea-su mujer no entendía nada de lo que hablaba, hasta que le entrego el papel doblado con el sobre-Léelo, te reíras~

"I'm helpless...and I can't say no to this"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora