"El Panfleto Reynolds: ¡Felicidades por ello! Espero verte arder"

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Días, mas bien, años pasaron (incluso dos hijos más se sumaron; John Church y William), y ocultó bien las páginas de la vista de su familia. Necesitaba recuperar el valor que utilizó en esa sola noche.

Sin embargo, le envió finalmente las cartas a Angélica, con la esperanza de tener una aliada en caso de que las cosas no fueran tan bien. Y ya lo preveía.

En una de ellas citaba: "El amor que Alexander me hizo sentir en tiempos de la guerra, donde mi pecho y corazón flotaban, parece empequeñecerse con la sola esencia y mirada de esta mujer. Es tan desconocida y extraña, al mismo tiempo, eso la hace más atrayente. Es tan peligroso el sentimiento que tengo, y la situación.

Necesito tu comprensión..."

Aún sin tener respuesta de su hermana en tantas semanas, prefirió actuar de la misma forma que su esposo: un impulso. 

¿Qué fue la clave del impulso?

 La vez que en medio de la calle, en agosto de 1797 la ya no tan pequeña Susan fue corriendo en su dirección, con los ojos enrojecidos, tropezando con Philip, quién ayudo a la jovencita.

-Dijo que la cuidaría...-Eliza se aproximó a escucharla-Sus ojos están morados...y no para de quejarse...aquí-señala el cuello y donde quedarían las costillas.

Hirvió en ira, disimulada por la preocupación genuina que tenía por la menor. 

-Tranquila, yo voy a ayudarla-le susurró. 

Mientras cuatro de los hijos (porque William apenas era un bebé y lo cuidaba su sirvienta ese día) del matrimonio Hamilton-Schuyler miraban con desconcierto a la "rara niña" (apodo de los más pequeños), Angélica sentía sus mejillas enrojecer. Dios la salve, por no entender el que sus piernas temblaran con la silueta infantil. 

Al sentir tantas miradas, Susan giró la mirada hacia ellos.

-Querida, ellos son mis hijos: Philip, Angelica, Alexander Jr , James y John-los presentó-niños, ella es Susan.

-Hola madame, un gusto conocerla-dijo el mayor, mientras los otros varones imitaron. Pero estos miraron a la única fémina quien estaba estática.

-Eh...Angélica...yo... Angélica...soy-rió con nervios al hacer contacto visual con ella.

Ésta le regalo una sonrisa, y se ocultó detrás de su hermano mayor.

Pero sin notar el flechazo de su hija, Eliza solo tenía un objetivo en mente: debía publicar el panfleto.

OoOoOoOoOoOoOoOoO

24 de agosto de 1797

Alexander estaba caminando tranquilamente devuelta a su hogar, cuando divisó a una multitud leyendo papeles (páginas) con total sorpresa, en medio de la calle principal. 

-Disculpa-pregunto a una persona al azar, quién no lo reconoció-¿qué están leyendo?

-"El Panfleto Reynolds"-respondió.

-¿Has leído esto?-inquirió otra. Alexander negó, sin entender porque todos lo empezaron a mirar con desprecio y desconcierto.

A lo lejos, un trío bien conocido leía en voz alta lo que éste decía, en resumen:

-Alexander Hamilton tuvo un amorío apasionado y lo escribió todo aquí-al inmigrante, esa declaración lo sorprendió tanto como al resto de la multitud.

"I'm helpless...and I can't say no to this"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora