Corredora (The Maze Runner fanfic)

Puestas de sol (historia corta extra)

La canción aleatoria es Setting Suns de John Mark MacMillan.

Advertencia: SPOILERS DE TODA LA SAGA The Maze Runner.

Thomas es un personaje de la saga The Maze Runner por James Dashner, no me pertenece.

---

Thomas estaba sentado en una gran roca cerca del río dibujando en la tierra con un palo. Hacía seis meses estaban todavía en las garras de CRUEL, ahora se suponía que él, los Habitantes, las chicas del grupo B y los munis eran libres, los que quedaban, al menos.

Pero todas las muertes seguían frescas en su memoria, no podía sacarlas. Se las imaginaba cómo un chicle pegado en cabello: imposible de quitar, a menos que se corte o se arranque. Y a veces arrancar es doloroso.

Sabía qué podía hacer para dejar de sufrir, podían dejar de importarle sus amigos muertos. Podía olvidarse del infantil entusiasmo de Chuck, de los concejos casi paternales de Newt y de el sacrificio que hizo por él su amiga Teresa. Pero no estaba bien, ellos merecían que se les guardara luto, y no sólo ellos; todos y cada uno de los seres humanos que murieron por causa suya y de CRUEL merecían permanecer en sus memorias, aunque lo destuyeran, pues era lo único que podía brindarles ahora.

La culpa, el dolor, el arrepentimiento. Se lo comían vivo, no podía soportarlo. Había días en los que no podía ver a Minho, a Sartén ni a Brenda a los ojos, había otros días en los que no podía siquiera levantarse de la cama. Era como si su sufrimiento emocional se manifestara físicamente.

Casi no tenía amigos, tenía miedo de lastimarlos, tenía miedo de tener su sangre en las manos.

Desde que empezó a trabajar con Minho en los huertos trayendo y llevando costales se sentía mejor, un poco menos mal al menos, pero sus descansos lo mataba. Sabía que no podía y no debía trabajar siempre, pero trabajar le ayudaba a no pensar.

¿Cómo se iba a construir una sociedad por medio de personas como él? Todos casi tan locos, tan traumados, tan lastimados como él.

Una alegre melodía interrumpió sus pensamientos antes de ver a la linda chica agacharse junto al río. Era Shanelly, silbando muy animada como siempre.

Shanelly, siempre cambiando de oficio, lo había seguido a los huertos, él amaba su compañía.

La muchacha le lanzó un durazno empapado a las manos y mordió el que tenía ella.

—Gracias —susurró él suavemente.

—No te he visto comer nada en todo el día, te invito un plato de lo que esté preparando Sartén.

Thomas asintió suavemente y ella ya no dijo nada. Esa era una de las cosas que le gustaba de ella, entendía cuando se sentía mal o no tenía ánimos para hablar.

—Estás muy pensativo hoy -dijo ella, aunque él sabía que este comentario no requería una respuesta.

—Solo una cosa.

Solo pienso en cuánto bien me haces, dijo Thomas para sí mientras ambos veían juntos los colores anaranjado y amarillo de la puesta de sol.