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Tus puentes se están quemando,
y todo está cambiando.

En una noche de abril, Calum llegó cansado a su casa y como vivía solo subió directamente a su cuarto sin molestarse en nada más.

Justo en el centro de su cama estaba acostada Camille, mirando el techo con una caja de cerillos en sus manos.

-¿Qué rayos haces aquí? ¿Cómo entraste?

Ella se sentó lentamente y lo miró inocente, con su cabello despeinado alrededor de sus hombros. Se encogió de hombros y apuntó a la ventana abierta. Calum se preguntó si debía tenerle miedo.

-Venía a divertirme un rato contigo, pero como no estabas entré por la ventana.

-¿A divertirte?

Ella asintió coqueta, y sin decir más tomó uno de los cerillos, lo encendió y lo lanzó a un lado de la cama, que enseguida comenzó a arder.

-¡Maldición!

Cómo pudo Calum arrancó los cerillos de sus manos y se lanzó a apagar su cama. Una vez controlado el fuego la miró con odio y la tomó del brazo con rudeza.

-Tienes que irte, mantente alejada de mi o llamaré al psiquiátrico.

Ella lo miró con tristeza mientras pasaba sus manos por su cabello con desesperación. -No podrás mantener a la gasolina lejos del fuego, eso es imposible.

-¡Fuera! ¡Estas loca!

Fire » c. hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora