Querido destino cuando decida darte la mano deseo nunca me sueltes, pero está escrito las despedidas entre tu y yo.
Y ahora, créeme no deseo verte asomar, porque en el amor no creo, ni en esos ojos que ahora se convierten en su mejor arma.
No se cómo lo haces, pero detente, no terminarás por convencerme, ya que recuerda llevo el alma dormida y deseo que no las despiertes para ese simple viaje de miradas que tanto hablas.
