-Capítulo 1-

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Holaaaa Lucerinas Colungueras❤
Les traigo una historia nueva, es la primera que escribo☺
Espero que les guste mucho y si es así, me lo hagan saber con una estrellita☆ o un comentario💖
Estaré subiendo capítulos constantemente☺
Bueno, no les quito más el tiempo, espero que disfruten el primer cap❤

Todo comenzó en el año 1993, Lucero fue a dar unos conciertos a Las Vegas, Fernando se encontraba por allá también y por casualidad en el mismo hotel que ella, supongo que el destino es así, no hay manera de cambiarlo.

Lucero acababa de terminar un concierto y aunque se encontraba muy cansada también estaba muy feliz, nada la hacía más feliz que cumplir el sueño de miles de fans, cantar para ellos y ver sus sonrisas, eso era algo incomparable, era simplemente hermoso.

Entró al hotel acompañada por su madre cuando lo vió, era él, Fernando Colunga, era mucho más guapo en persona, había escuchado mucho sobre él pero jamás había tenido la oportunidad de conocerlo. Él estaba por salir, con un traje negro demasiado formal, lo hacía lucir muy atractivo. Lucero lo observó por unos segundos, en ese momento el volteó y sus miradas se encontraron. La reconoció al instante, jamás había visto unos ojos como los de ella, transmitían demasiadas cosas, eran hermosos, su cara era hermosa, como de una muñequita de porcelana; sus rasgos tan finos, sus labios carnosos que insitaban a besarlos... de pronto ella giró a ver a su madre que le había estado hablando varias veces sin conseguir que ella reaccionara.

Fernando siguió su camino, maravillado por lo que acababa de ver, jamás había visto un rostro tan angelical, tan perfecto, esa mujer era extremadamente bella, quería verla una vez más, haría todo lo posible porque así fuera. Por su lado Lucero hablaba con su madre sin dejar de pensar en el hombre que acababa de ver, en realidad era guapo, sus delgados labios, sus largas pestañas, su mirada penetrante la dejó aturdida por unos minutos, pero bueno, tal vez no se volverían a ver, no debía prestar demasiada importancia a eso.

Al día siguiente ella despertó temprano, quería comprar algunas cosas, fue a la habitación de su madre que quedaba al lado de la suya, sólo para avisarle que regresaría más tarde, que no se preocupara por ella. Caminó hacia el asensor sin percatarse de que alguien la observaba, hasta que sintió una presencia detrás de ella, giró la vista y era Fernando Colunga de nuevo, la observaba fijamente.

-¿Ya presionaste el botón?- dijo señalando el botón que indicaba que el elevador debía ir hasta ellos.

-Lo acabo de hacer- dijo ella segura de que él la había estado observando hacer eso.

Ambos esperaron unos minutos hasta que el elevador llegó a su piso, cuando las puertas se abrieron salieron tres personas, incluida una mujer con una carreola que tardó un poco en salir, las personas los observaron y quedaron un poco asombrados pero nadie dijo nada. Fernando le indicó a Lucero que ella entrara primero, a ella le agrado que fuera caballeroso. Cuando él se disponía a entrar, las puertas se cerraron en el momento exacto, dejándolo atrapado entre ellas, Lucero no pudo evitar reír al ver eso, el también rió y fácilmente pudo entrar al asensor, colocándose al lado de ella.
Si la noche anterior había dicho que esa mujer era hermosa, al verla sonreír sostenía lo dicho, su sonrisa era perfecta haciéndola ver mucho más bella.

-¿A qué piso vas?- preguntó ella.

-Al lobby- se limitó a responder. Ella no parecía prestarle demasiada importancia, mientras que él estaba encantado con su presencia.

Lucero presionó el botón correcto, se encontraban en el piso 5, así que tardarían un poco en llegar.

-¿Qué haces por acá?- Se animó a preguntar él, la observaba fijamente a los ojos, en serio eran preciosos.

-En realidad, sólo vengo a dar unos conciertos en el hotel Bally's- dijo sonriendo -¿Y tú que haces por acá?-

-Asuntos de trabajo- dijo observando los labios de ella y las curvas que se le hacían al sonreír.

En ese momento se abrieron las puertas del asensor, Fernando nuevamente la dejó salir primero, desde atrás pudo observar su cuerpo, sus curvas, en ese momento levantó la vista y la recepcionista lo estaba observando, él se sintió apenado, no solía hacer eso.

-Fue un gusto hablar contigo, Fernando Colunga- hizo énfasis en su nombre.

-Lucero, respecto a lo de los conciertos. ¿Eso indica que estarás pocos días por acá?- preguntó intrigado.

-Si Fernando, en realidad sólo una semana más- a ella la sorprendió el interés repentino de él.

-Lástima. Ha sido un placer poder hablar contigo-

-Lo mismo digo- Lucero le tendió la mano y se sorprendió cuando Fernando en lugar de despedirse, se la tomó.

-Me pareces una mujer muy bella- la observaba directamente a los ojos

-Gracias- Lucero sonrió y bajó la cabeza, el la tomó por la barbilla e hizo que lo mirara a los ojos.

-Mucho más cuando sonríes- la cara de ella comenzó a tornarse roja y él se percató de aquello -supongo que tienes novio-

-En realidad no- Fernando la estaba poniendo demasiado nerviosa, soltó la mano de él y se apartó un poco.

-Entonces debes tener muchos pretendientes- quería saber más sobre ella, quería saber a que se tendría que enfrentar, porque sí, definitivamente haría lo que sea para conquistarla.

-Puede ser- sonrió -Disculpame pero debo irme- dio media vuelta y se marchó.

Fernando estaba encantado, era extraño, pero ver a Lucero, aunque no la conociera mucho, le había alegrado el día.
Ambos se encontraban en el mismo hotel, lo que indicaba que la podría ver por lo menos la semana siguiente.

Lucero había estado todo el día de compras, ya estaba oscureciendo, tenía que regresar al hotel, había pedido que no la acompañaran porque a veces era molesto no tener privacidad. El hotel sólo quedaba a algunas cuadras así que no había problema si se iba caminando, cuando dio vuelta en una esquina vio a dos hombres que no tenían muy buena pinta, en realidad estaba un poco nerviosa pero no lo quería demostrar, así que pasó por delante de ellos como si nada sucediera, pero uno la tomó del brazo haciéndola girar y soltar las bolsas de las compras, estaba demasiado asustada y trató de zafarse pero el otro hombre se acercó a ella por detrás, eso se estaba poniendo feo. Se movía para todos lados pidiendo que la soltaran pero era inútil, el hombre que tenía su mano agarrada, la atrajo hacia él y la tomó por la cintura. Lucero ya estaba llorando mientras pedía a gritos que la soltaran pero nadie parecía escucharla, esa calle estaba sola, además el otro tipo vigilaba que no llegara nadie, el hombre que la tenía tomada de la cintura la pegó a la pared y comenzó a besarle el cuello mientras tocaba todo su cuerpo...

Un Lucero en mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora