Un Lucero en mi vida

-Capítulo 7-

-¿Me puedes llevar a casa de Verónica?- dijo Lucero cuando el beso terminó.

-Te llevo a tu casa- Fernando besó la frente de ella.

-¿Seguro que a mi casa?-

-Te puedo dejar cerca- Lucero asintió.

Durante el camino ella sólo se la pasó observando por la ventana, no había dicho nada, estaba demasiado seria, Lucero no era así.

-Bonita, ¿en qué tanto piensas?- ella sólo suspiro -¿te arrepientes de lo que pasó?- preguntó Fernando dudoso.

-No, claro que no, mi amor- él sonrió al escuchar las últimas palabras -sólo que ya no quiero que sigamos saliendo a escondidas-

-Pero, ¿no te parece mejor así?. Nadie se mete en lo que tenemos, no hay escándalos, intrigas, dudas. Sólo tu y yo-

-Por ese lado tienes razón, pero no me refería a decirle a todo el mundo. Podríamos decirle a tus padres, a los míos, ya no quiero seguir mintiendo-

Fernando sólo asintió y siguió manejando sumido en sus pensamientos. La entendía, él también deseaba tener una relación formal, pero, ¿él era el indicado para alguien como Lucero?
Esa mujer era perfecta, se merecía al mejor hombre y le daba miedo no ser ese hombre que ella necesitaba. La amaba, claro que si, por eso mismo quería lo mejor para ella.
Llegaron mas rápido de lo que pensaban, Fernando se detuvo unas casas antes de la casa de Lucero. Fue a abrirle la puerta del auto y la ayudó a bajar.

-Te amo- dijo él y le plantó un beso en los labios -gracias por este magnífico día-

-También te amo- susurró -gracias por hacerme tan feliz- sonrió y él besó su sonrisa.

Ella caminó hacia su casa mientras Fernando la observaba, él esperó a que entrara y se marchó.

                    *   *   *   *   *

Fernando estaba acostado en su cama tratando de dormir, pero en lugar de eso no paraba de pensar en Lucero. La amaba demaciado pero... sinceramente, no se veía formando una familia con ella. Sus planes eran muy distintos, al igual que la manera en que decidían llevar sus carreras. Ella siempre era el centro de atención, él solía ser muy reservado. Aunque sonara estúpido, él no deseaba tener hijos ni casarse, no en ese momento de su vida. Lucero no se merecía eso, ella debía casarse, tener muchos hijos, cumplir sus sueños.
¿Por qué estaba teniendo dudas ahora? No dudaba de que la amaba, dudaba de ser suficiente para ella. Todo había pasado tan pronto que ahora no sabía que hacer, después de dar a conocer su relación, ambos sabían cual era el siguiente paso.
Toda la noche se la pasó pensando en eso, no sabía que haría, que pasaría, que decisión tomaría.

                      *   *   *   *   *

Habían pasado dos días y Fernando no había llamado a Lucero, ella estaba preocupada, ¿le habría pasado algo?
No, no podía ser, las malas noticias corren pronto y más si se trata de alguien del espectáculo. Entonces, ¿qué le pasaba a Fernando?
Se preguntó varias veces si sería correcto llamarlo, tal vez estaba demasiado ocupado, pero, las veces pasadas también estaba ocupado y siempre hacía un espacio para hablar con ella.
Fue hacia el teléfono de su casa y marcó el número de él, ya lo sabía de memoria.

-Fer- dijo en cuanto descolgaron el teléfono al otro lado de la línea.

-¿Qué pasa?- preguntó seriamente, no era necesario preguntar quien llamaba, reconocía esa voz perfectamente.