-Capítulo 11-

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Lucero no dijo nada, sólo se dedicó a observarlo. Sentía que el corazón se le saldría del pecho en cualquier momento. Desvió su vista para evitar que él pudiera ver en sus ojos todo lo que le estaba provocando con esas simples palabras, no sabía que decir pero tampoco quería quedarse callada, demonios, debía pensar rápido.

- ¿Por qué hasta ahora? - fue lo único que pudo decir, en sus palabras se podía distinguir un tono de reproche.

-No podía estar más tiempo sin ti -pudo escuchar como ella soltaba una risa sarcástica -Te necesito-

-Ya estuviste dos años sin mí. Además, ese día no me necesitaste- levantó sus hombros para restarle importancia y lo vio de nuevo a los ojos.

-Perdóname, se que te hice mucho daño. Ese día me comporté como un estúpido- el arrepentimiento en su voz era evidente, pero de nada servía, no servía arrepentirse ahora.

-Eso ya es parte del pasado- si, un pasado que aun la seguía atormentando. Un pasado que aun le dolía recordar -No tengo nada que perdonarte, si las cosas sucedieron así es por algo. Ahora yo estoy con Manuel y... soy feliz a su lado-

Tan sólo escuchar que ella pronunciara el nombre de ese hombre le provocaba una punzada en el corazón, recordar que ahora estaba con él lo hacía cambiar de ánimo muy rápidamente.

-¿Lo quieres?- la pregunta salió de su boca tan naturalmente que por un momento se preguntó si lo había dicho o sólo lo había pensado. Sabía que se estaba metiendo en un terreno peligroso, pero tenía que escucharlo de ella, tenía que estar completamente seguro de que él sólo era parte de su pasado, como ella había dicho.

-Claro que si- dijo segura, vio como él asentía pero parecía no estar satisfecho con esa respuesta -lo quiero mucho- agregó.

-Bien. Y, ¿Lo amas?- sintió como un miedo profundo se apoderaba de él. Si ella le decía que amaba a Manuel la dejaría en paz, ya no habría más nada que hacer. Y de tan sólo pensarlo sintió un nudo en la garganta.

-Fernando...- él la observaba atentamente, esperando su respuesta -creo que eso no es algo de lo que tenga que hablar contigo, no tengo por qué decirte lo que siento o lo que no siento-

-Tienes razón, no tienes por qué decirmelo pero necesito escucharlo de ti. Dime que ahora lo amas a él y te prometo que me alejaré de ti- parecía que ella no pensaba responder -Dímelo Lucero- la observó unos segundos. Bien, no respondería, pues él mismo tendría que averiguarlo. Observó los labios de ella detenidamente, con esa acción Lucero se dio cuenta de sus intenciones, pero aun así, no se movió, no habló, no hizo nada. También observó los labios de él y vio como se acercaba lentamente, se quedó inmóvil esperando que la besara, porque aunque quisiera negarlo, deseaba ese beso. Fernando unió sus labios a los de ella al mismo tiempo que tomaba su cabeza para acercarla más. Se deleitó con el sabor de sus labios, ¿cuántas veces había deseado hacer eso de nuevo? ¿cuántas veces había soñado con ese momento? ¿cuántas veces se había quedado como un estúpido sin hacer nada? Ya no más, eso no volvería a pasar. Lucero mordió su labio inferior y sintió como algo dentro de él se encendía, respondió de igual manera lo que provocó un gemido en ella, si seguían así Fernando no soportaría mucho tiempo más.
Lucero estaba perdida completamente en el placer que le provoca saborear los labios de Fernando. En su mente repetía una y otra vez que debía apartarse, pero sólo eso, sólo quedaba en su mente porque sus labios hacían una cosa muy distinta.
Fernando dejó de besarla por un instante para poder tomar aire, en ese momento alguien cruzó por la mente de ella, alguien a quien había olvidado completamente, Manuel, al recordar ese nombre comprendió que lo que estaba haciendo era una completa locura. Fernando se acercó para besarla de nuevo, Lucero negó levemente con la cabeza mientras trataba de alejarlo.

Un Lucero en mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora