Una suave brisa movía sus cabellos mientras la tenue melodía de un piano se escuchaba a lo lejos, relajando sus sentidos y motivándolo a continuar con sus ojos cerrados. Se sentía en paz, tan etéreo que todo a su alrededor parecía fuera de este mundo.
El suave crujido de hojas al ser pisadas lo alerto, pero aun así se negó a abrir los ojos, sabía que estaba soñando y por lo mismo no quería perder la agradable sensación que aquel lugar le entregaba, calmando todo a su alrededor e incentivándolo a dejar todos sus problemas atrás.
-Vamos lobito, despierta... -Escucho a su lado, susurrado de tal manera que podría haberse confundido con el silbido del aire ululando a su alrededor.- Sé que me escuchas...
Al intentar cubrir su rostro con una de sus manos no pudo hacerlo, y no porque no sintiera estas o no pudiera moverlas, no pudo hacerlo por el simple hecho de que no fueron sus manos las que cubrieron sus ojos, sino un par de patas que a su opinión, eran demasiado grandes para ser de un simple perro.
Asustado abrió sus ojos, esperando ver solo oscuridad como ya le era costumbre, pero en vez de eso vio el blanco pelaje de, ahora sabia, unas grandes patas de lobo escondidas entre la verde yerba que se alzaba perenne ante él.
Hubiera seguido admirando su alrededor si no fuera por la gran sombra que de un momento a otro lo cubrió por completo, asustándolo y provocando un estremecimiento en todo su cuerpo. Más cuando alzo su cabeza y visualizo al gran animal a su lado, todo pareció detenerse por un momento.
Un gran lobo negro, de postura elegante se encontraba frente a él, observándolo con fiereza que una vez sus miradas se encontraron, se volvió puro y dulce cariño. Tanto cariño que se sintió inexplicablemente abrumado, como si un gran manto tibio lo cubriera por completo, entregándole un sentimiento de seguridad y añoranza que jamás había sentido.
El imponente animal se acercó al cachorro, pasando su húmeda nariz por las orejas de este, olisqueando ese exquisito aroma a mora y menta, aquel aroma que tan loco lo tenia. Mientras que el albino, dejándose llevar por sus instintos, enterró su rostro en el cuello del azabache, deleitándose con el ya tan conocido aroma a café y lluvia que tanto le gustaba.
Todo pareció moverse en cámara lenta cuando al separarse uno del otro sus rostros se encontraron frente a frente, entremezclando sus alientos y esperando que uno de los dos hiciera el primer movimiento.
-Anhelaba conocerte, mi omega... -El corazón del menor comenzó a latir desbocado, a la par que su cola se movía de igual manera y un suave gruñido escapaba de su garganta, esperando que el lobo frente a él hiciera algo.
- ¿Tu omega? -Musito despacio, arrastrándose hacia el alfa, apoyando su hocico sobre las patas de este, sintiendo como la rasposa lengua del lobo pasaba por entre sus orejas en un claro signo de cariño.
-Mío, solo mío.
-Tuyo, mi alfa.
Removiéndose entre las sabanas logro despertar con pereza, abriendo sus ojos se encontró con nada más que una profunda oscuridad, esa que tanto conocía pero no le importo. Las imágenes de aquel sueño seguían vivas en su memoria, provocando que una leve sonrisa surcara sus gruesos labios y que su pecho se llenara de una agradable sensación.
Se recostó nuevamente en su cama, aspirando profundamente y sintiendo una inminente calma cuando el olor a miel, chocolate y café se adueñó de su olfato. Se sentía demasiado a gusto, tan en calma como en su sueño. Pero ¿Por qué estaba rodeado de tantos aromas?
Intento encontrar algo que pudiera responderle, tanteando a su alrededor en busca de alguna respuesta, mas todo lo que sintió fue un par de prendas entre sus sabanas y lo que parecía ser un oso de peluche junto a su almohada.
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Blind Eyes 【myg+pjm】
Fanfic❝Blind eyes: Ojos ciegos❞ Park Jimin, un dulce omega de solo dieciseis años, de pocos amigos. Aunque se tratara de la persona más linda y tierna que podrías haber visto, era ignorado por la mayoría de alumnos de la escuela. Pero todo lo contrario a...