Comer juntos en familia una vez al día. Custodiar los valores familiares con esta sencilla práctica.
Un vídeo muy interesante muestra el relato en primera persona de una mesa de comedor. El mueble en cuestión relata con cierta gracia diversos momentos importantes en los que se teje la felicidad familiar. Alrededor de ella se crea el ambiente natural de convivencia. Lugar donde se conversa, se convive, se comparte y se aprende. Escuela donde los padres transmiten a sus hijos las lecciones más importantes para la vida. Convivencia de valor incalculable para aprender a dar y a recibir unos de otros. Calor de hogar que fortalece y enseña a servir y a dejarse servir.
El tiempo alrededor de la mesa es mucho más importante de lo que podría parecer. Múltiples estudios muestran los efectos beneficiosos de al menos una comida al día juntos en familia. Tal vez el primer beneficio sea el de aprender los tan necesarios modales en la mesa. Pero también de la convivencia diaria con sus padres los hijos mejoran su autoestima y palpan una manifestación clara de que son importantes para ellos. Cenar juntos en familia: reduce la violencia familiar, disminuye la incidencia de los jóvenes en actos delictivos, baja considerablemente el consumo de drogas, prácticamente erradica los embarazos en adolescentes e incluso caen los índices de obesidad infantil.
Cenar en casa pareciera la "barita mágica" que resuelve muchos problemas en los jóvenes. Pero también en los padres. Una comida a hora fija en la que han de estar todos establece una frontera. Marca claramente el equilibrio entre trabajo y familia. Con los horarios laborales actuales, con frecuencia tan absorbentes, una cena en la que han de estar todos ayuda a tener el corazón ordenado y con las prioridades claras en la vida. Dios, familia y luego... todo lo demás.
Lógicamente el esfuerzo por estar en la comida familiar todos los días es un gran logro. Pero no es suficiente. Es necesario proteger este tiempo de todo lo que distraiga de lo más importante; las personas. La televisión, el teléfono celular, las llamadas inoportunas han de ser desterrados sin piedad.
Es interesante incluso hacer saber a los amigos que durante el tiempo de compartir la comida en familia no se atienden llamadas ni visitas. La tranquilidad es medio importante para la convivencia.
Comer juntos propicia que todos hablen y aporten sus gustos o las incidencias del día. Es momento también para escuchar y aprender a conocer a cada uno; Intereses, preocupaciones, aficiones, problemas... todo lo que ocurre a los demás pasa a ser patrimonio común y del interés de todos. Ese conocimiento personal es vital para luego saber acertar en los modos y evitar lo que incomoda o molesta. Es transcendental también para forjar la confianza que es el lubricante sobre el cual se mueve con facilidad la convivencia diaria.
El conocimiento conduce necesariamente al amor. Conocer gustos y aficiones, compartir esperanzas y alegrías lleva a valorar lo positivo de cada uno. Admirar sus cualidades y deslumbrarnos con sus virtudes. La convivencia intima forja necesariamente los vínculos que dan cohesión, fortaleza y estabilidad a estructura familiar.
¿Si te dijera que existe un medio "mágico" —algo que mejoraría tu calidad de vida y la de los tuyos, las perspectivas de éxito en el futuro de tus hijos y, es más, la salud de tu familia? ¿Algo que no es caro, fácil de conseguir y que está al alcance de la mayoría? ¿Lo adivinas? Sí, esa fórmula mágica es "comer en familia" (Weinstein, 2005).
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1001 consejos para padres
Não FicçãoMuchos consejos para los padres en la educación de sus hijos. Artículos de toda clase de temas. Aplicaciones concretas para la vida ordinaria familiar.