Capter 5

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       Desde aquel día que conocí al tal Todoroki Shōto, por alguna razón desconocida no podía sacármelo de la cabeza. Mi corazón late con rapidez e insistencia cada que se asoma en mis pensamientos. Lo que más me llamó la atención sobre su físico, claramente fueron esas hermosas orbes bicolor, su cabello singular y poco común también, por supuesto. Pero esa cicatriz que tenía a la mitad del rostro me intrigaba demasiado. Me daba el presentimiento de que había pasado por alguna situación difícil o delicada.

       Me di la media vuelta sobre el sillón en el que me encontraba recostado, posando mi brazo sobre mi cabeza, tapando así mi rostro.

       – ¿Por qué tengo que pasar por esto?

       Por otro lado, el rubio malhumorado se dirigía a casa con su usual mala actitud, chasqueando la lengua en disgusto en cuanto pensaba en el peliverde que tantísimo le irritaba. Había sido un día largo en el instituto, y llegar a su hogar para encontrarse con una casa vacía como siempre, le hacía sentir extraño a su estómago.

       Tener una mansión y todos los lujos del mundo, no llenaban el vacío de la casa.

       Katsuki soltó un suspiro irritado, tomando unos cuantos billetes de dentro de uno de los cajones de sus padres, antes de marcharse de la casa una vez más.

       Todoroki Shōto también llegaba a su apartamento solitario, anunciando su llegada a sus tres pequeños tesoros, quienes inmediatamente le respondían con restregar sus pelajes suaves contra sus piernas.

       Yo, sentado en la banca observaba a unos niños pequeños disfrutar del área de juegos en el parque. Sin siquiera darme cuenta, de un momento a otro, quedé cabizbajo, evitando así el observar a los pequeños jugar con tanta emoción y energía.

       Verdaderamente podía decir que sentía envidia de verlos disfrutar de su tarde, sin ninguna preocupación relevante.

       Bakugō se dirigía hacia un restaurante; pero era uno en específico. Era el más caro en toda la ciudad. Y con todo el dinero que poseía, podía ir ahí cuando sea que quisiera. Caminaba con aquella actitud tan característica suya, mientras despreciaba a los pobres a su alrededor, o "extras" como él se refería a ellos.

       Caminaba en línea recta mientras empujaba a todos y a cualquiera que por error se interpusiera en su camino.

       Yo por el contrario, pasaba por el lugar, con la única intención de regresar a mi apartamento y a diferencia del rubio, intentaba no molestar a nadie pidiendo educadamente que me cedieran el paso.

       – ­¡Maldición, apártense, malditos extras! – Gritaba Bakugō, enojado sin alentar su paso.

       Mientras lo hacía, me di cuenta de que había notado mi presencia cerca de él. Enseguida pude notar su sorpresa, más tengo que admitir que su expresión disgustada me hizo estremecer, y evitar que su mirada se cruzara con la mía.

       – Tsk... Es ese nerd de mierda. – Insultó, con un sorprendente tono bajo de voz, sin quitar su mirada de encima de mí.

       Terminé por ignorarle lo mejor que pude, al desviar la vista, encontrándome con un hombre la de tercera edad pidiendo limosna en la calle. La escena me dejó inmóvil durante unos segundos, lo único que reaccionó en mi cuerpo fueron mis manos, las cuales se dirigieron discretamente hasta los bolsillos de mis pantalones en busca de algo de cambio.

       Al sacar mi mano del bolsillo de mi pantalón, bajé la vista al único billete que me quedaba para la tarde. Había planeado utilizarlo para la cena, no era mucho dinero, pero me daría vergüenza pedirle cambio de billete por monedas, a una persona que lo necesita mucho más que yo.

       Solté un leve suspiro, bajando la cabeza antes de dirigirme hasta el hombre con el billete en mano, – Aquí tiene, señor. – Dije esto, esbozando una sutil sonrisa. El hombre subió su vista del suelo, mirándome con sorpresa. Enseguida una sonrisa se formó en su rostro.

       – G- gracias, joven.

       Negué con la cabeza, mis mejillas tomando un color levemente sonrojado. – No hay problema, no tiene por qué agradecerme. – Por millonésima vez en el día solté un suspiro, mas este era uno satisfecho.

       Seguí mi camino junto con una amplia sonrisa satisfecha plasmada en mi rostro un buen sentimiento en el pecho. Mi padre siempre tenía razón, ayudar a los más necesitados siempre te hace sentir bien, aunque te quites para dar.

       Yo sé que no debí de haberme perdido en mis pensamientos caminando totalmente solo de regreso a casa. Siendo un Omega, eso representa peligro. Pero nunca he sido la persona más brillante por existir. Pienso esto, en cuanto un agarre firme sostiene mi hombro por detrás, mientras que otra mano le tapa la boca, evitando así que grite por ayuda. 


Editado: 28/10/18

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Editado: 28/10/18

LUNITA1412KID

🌸 Dolor 🌸         Katsudeku || omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora