Capítulo 2

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Desde que tengo memoria conozco a Luz, Sofía y Jean, ellos siempre han estado conmigo, fuimos juntos a la escuela, el colegio e incluso ahora que estoy en la universidad, ellos están a mi lado, somos inseparables; lo cierto es que casi nunca estoy sola, ellos siempre me acompañan.

Luz Miller o "Lucecita" como le digo de cariño, es muy simpática, me da consejos, me regaña y me hala las orejas si es necesario, ella es muy perspicaz, y no se le escapa nada. Ella es un poco más alta que yo, su cabello es corto, liso y de un color negro azabache, sus ojos son negros y su tonalidad de piel es blanca.

Sofía Gray, "mi Sofhi", mi morena favorita, es la más alta de todas, eso me deja a mi como la pequeña del grupo, tiene un hermoso y largo cabello rizado, de un color castaño oscuro y ojos esmeraldas. Ella es la más loca y extrovertida, muere por ir de compras, si ve algo que le gusta no le importa el precio y lo compra, es quién siempre me saca una sonrisa cuando me pongo de mal humor y la que todo el tiempo me da consejos para vestir bien.

Jean Lewis, actualmente Ian, es mi mejor amigo, es quién la mayoría del tiempo está a mi lado. El comparte los mismos gustos que yo, sabe entonar la guitarra y de las canciones que compone soy la primera en escucharlas, siempre busca pretextos para molestar mi paciencia, tiene un carácter pasivo, pero cuando se enoja, es el ser más cruel, lo digo por experiencia. Sus características son muy diferentes, porque yo recuerdo a un Jean con ojos verdes, cabello castaño y esa bonita sonrisa característica de él. Jean era el chico que me gustaba, pero no podía decirlo, porque sé que él siempre será mi amigo el juguetón y malvado.

Hace unas horas, Jean dejó de ser ese chico que conocí, ahora es totalmente diferente, su apariencia física lo es, pero creo que su personalidad sigue siendo la misma, aquella persona arrogante, humorística y despiadada cuando se lo propone.

Nos encontramos en el entrar de la casa de Luz, debo mencionar que su hogar era muy grande, tenía piscina, un patio enorme, poseía muchas habitaciones, una biblioteca, una sala espaciosa perfecta para una baile, una cocina más grande que mi habitación, y lo que más me encantaba una sala de música, donde podías encontrar muchos instrumentos musicales, su casa era perfecta, su vida era perfecta. Ian toco el timbre y esperamos a que nos abrieran la puerta, yo me encontraba muy impaciente, pues quería preguntar muchas cosas, era temprano así que no me preocupé por eso, sino por lo que quería saber y entender.

— ¡Hola Yllia! ¡Hola Ian! Pasen no se queden parados afuera— fue lo que nos dijo cuando abrió la puerta.

Al estar dentro nos sentamos en los lujosos sofás de la sala. Luz se sentó cerca de nosotros dispuesta a escuchar mis preguntas, pero antes de que pudiera cuestionar sonó el timbre, e inmediatamente Lucecita se dirigió a abrir a la puerta. Esta vez era Sofía, como siempre vestida perfectamente a la moda. Sofhi se acercó a nosotros, nos saludó y se sentó a lado de Luz. Listos o no aquí iban mis curiosas interrogaciones.

— Chicos me pueden explicar ¿Qué es lo que está pasando? Jean no es Jean sino Ian ¿ustedes también me saldrán con que son otras personas?— quería saber sus respuestas u opiniones.

— La verdad Yllia- respondió Sofía— nosotras también somos tus guardianas, nuestra apariencia es la misma, debido a que nuestro trabajo solo consiste en cuidarte en este lado del mundo, nosotras no viajamos frecuentemente como Ian, las ordenes que recibimos son dichas por una segunda persona que es el mensajero y guardián que está a tu lado— todo este flujo de información no parecía ser probable, pero era muy convincente.

— Fuimos enviadas específicamente para protegerte de cualquier peligro— interrumpió Luz—lamentamos ocultarlo todo este tiempo, pero ha llegado el momento de saber la verdad y lo que debes hacer como princesa— cierto, ahora tenía que preocuparme por la responsabilidad que me toca afrontar.

— Si nací en Camelot ¿Cómo es posible llegar a este mundo? ¿Qué clase de poderes tenemos?— demandé por una contestación.

— Cuando naciste, tu hermano Evans decidió enviarte a este mundo, porque no quería exponerte a los peligros del Reino, tu verdadera madre había fallecido, y Evans quería que tuvieras una vida normal, sin preocupaciones ni restricciones—yo escuchaba atentamente mientras Ian continuaba— En ese entonces se decidió entregarte a la familia que tienes ahora.

— Tus padres saben de la existencia de Camelot y de tu verdadera identidad, ellos entendieron perfectamente la situación cuando les avisamos que debías regresar— dijo Luz mirándome fijamente.

— Los poderes que posees, son mayores a los nuestros, porque eres de la realeza, nosotros pertenecemos a la nobleza, tenemos ciertos límites en cuanto a la magia, y tú eres lo contrario— dijo Sofía de lo más normal.

— Debemos enseñarte a controlar tu poder, porque de las peleas nos encargamos nosotros— escuche decir a Ian.

— De acuerdo y cuando se supone que empiezo con las clases. Y otra cosa ¿Qué pasará con la universidad?— me preocupaba dejar mis estudios, no soy de esas chicas que dejan a la mitad lo que se proponen.

— De eso no te preocupes, ya está todo arreglado— mencionaba Luz con una sonrisa.

— Exacto. Digamos que te vas a ir a estudiar al extranjero. Nadie lo notará — hablaba con voz divertida Sofía.

— Bien. Las tareas serán divididas— comentó Ian.

— Entonces nosotras nos encargaremos de los poderes mágicos, lo que deja a Ian con los poderes psíquicos— dijo una divertida Sofía.

— Estoy de acuerdo— sonreía Luz.

— Chicas no sean así, Yllia va a matarme. No viviré para contarlo— opinaba un no muy convencido Ian.

— Continua Ian y créeme que de verdad no volverás a ver un nuevo amanecer— traté de decir lo más sarcástica posible.

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Mis amigas se divertían al observarnos. Ellas se habían dado cuenta de que Jean me gustaba, pero ahora que cambió de aspecto, quisieron comprobar si mantenía ese gusto. No es que yo le gustara a Ian o Jean como era llamado anteriormente, pero en el fondo sabía que él me quería, tal vez como una amiga, aun así no me quejaba. Digamos que yo, fea no era, durante el colegio hubieron chicos que me invitaron a salir, pero yo nunca acepté, en la universidad no es que, no me llamasen la atención, pero quería enfocarme en los estudios y dejar el amorío para después.

Al salir de la casa de Luz, Ian me condujo hasta mi casa, pues se estaba haciendo tarde y necesitaba llegar rápido para hacer la cena. El trayecto no fue aburrido, pues Ian se encargó de molestarme y hacerme reír. Él sonreía junto a mí, de cualquier disparate, amaba su sonrisa, era lo que más me gustaba.

— Ian... ¿Qué harás después de dejarme en casa?— pregunté

— Quedarme en tu casa, no tengo otra opción, soy tu guardián— me dio un golpecito en la cabeza al terminar de decirlo.

— ¿Por qué? Aquí no hay peligro— lo dijé algo confundida.

— En realidad, tu hermano me dijo que James, sabe de tu existencia y que te considera una amenaza, ese sujeto tratará por todos los medios llegar a ti, para impedir que sigas con vida, es por eso que no puedo dejarte sola— no puedo creerlo, primero me entero que tengo una vida nueva y después que alguien quiere acabar conmigo.

— Pero... ¿Tú crees que mis padres te dejen custodiarme?— yo lo dudaba, pero tratándose de la situación no creo que se opongan.

— ¿Quién dice que les voy a decir? No quiero preocuparlos más. Tu abrirás la ventana para que yo ingrese— eso es delincuencia, quise interrumpir, pero antes de que pudiera responder dijo.

— No es una petición, es una orden Yllia— por qué siempre era así, no podía encontrar excusas cuando él quería conseguir algo.

Llegando a mi casa inmediatamente me dedique a hacer la cena. Para terminar rápido le dije a Ian que me ayudara, al principio se negó, pero con decirle que si quería comer debía ayudar, no lo dudo dos veces y se acercó a la cocina.

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