Realmente amaba su trabajo, pero había días en los que Wonsik solo quería llegar a casa y relajarse. Aparcó la moto en el lugar de siempre, guardó las llaves en el bolsillo de la chaqueta y entró por la puerta del edificio. Unas cajas de cartón le impidieron subir por las escaleras, haciendo que tuviera que rodearlas, y al mirar hacia arriba parecía que no serían las únicas. Ayudó a chica con el peso y con la visión que causaba que no pudiera bajarlas con cautela.
- ¡Gracias! – Dijo en cuanto colocaron la última en la entrada edificio.- Mi novio debería estar aquí, pero ha encontrado tráfico y llegará más tarde.
- Veo que al final te mudas a su casa.
Asintió mientras mostraba su sonrisa de enamorada. No hacía mucho que convivían puerta con puerta, pues Wonsik aún no hacia el año en su nuevo piso, pero fue el tiempo suficiente para conocer a Hani y entablar una bonita amistad con su vecina.
- En un par de días se mudará una pareja, se ven buenos chicos, ¡seguro que os llevareis bien!
- Tal vez... pero echaré de menos tus intentos de bizcocho.
- Prometo traerte en cuanto los domine.
El novio de Hani no tardó en aparecer por allí disculpándose por la tardanza, y saludando a Wonsik, ambos se llevaban bien, nunca hubo celos de por medio y mucho menos en cuanto hubo la suficiente confianza con el vecino para hablar de sus preferencias hacia los hombres.
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Su mejor amigo, el más fiel y mejor confidente le recibió con alegría en cuanto pasó la puerta principal de su casa. Casi derrapó para lanzarse sobre Wonsik, y saltar a su alrededor para disfrutar de su saludo diario. Conoció que el amor a primera vista existía en cuanto entró a aquel refugio, no hacía ni tres meses. Aún era pequeño, aquel Buldog Francés color crema solo utilizó sus ojos para traspasar el corazón de Wonsik de un solo flechazo.
Avanzó con el can pisándole los talones hasta la cocina, donde tenía dos cuencos para agua y comida y los llenó, Buttie saltó a su alrededor feliz por todo lo que su amigo hacía por él todos los días, sonrió al ver como su pequeño movía con rapidez su cola mientras devoraba el pienso.
El siguiente paso de su rutina después del trabajo era inspeccionar su nevera y meditar su cena, pues con los pocos restos de ingredientes sueltos no saldría nada que no lo hiciera ir al baño cada dos por tres, así que pedir comida a domicilio era ahora su plan B. Miró el papel enganchado con el imán en forma de gatito y llamó para pedir lo de siempre, el menú individual.
Después de que el repartidor le dijera el tiempo para que sus fideos llegaran, se metió en la ducha, relajando su cuerpo y dejando la mente en blanco. Tal vez ese era su momento del día favorito, pues el cerrar los ojos y sentir el agua caer sobre su cabeza lo distraía del trabajo. No era que no le gustara, de hecho sentía que estaba cumpliendo sus sueños, pero de momento era solo el principio.
Siendo solo un estudiante Wonsik ya escribía, comenzó con letras sencillas, tal vez no decían nada del otro mundo y el cliché del amor era el tema principal, pero para él eran especiales pues eran suyas. Gracias al gran apoyo de su familia consiguió estudiar música y aquello le llevó a donde estaba actualmente, en una discográfica ayudando a producir maquetas de futuros artistas.
En cuanto estuvo vestido con su ropa más cómoda para dormir, el timbre sonó. Pagó al muchacho joven que traía en una bolsa su cena y se sentó en la mesa del suelo mientras encendía la televisión. Pasó los canales desinteresado y aburrido terminó por ver un programa de variedades donde los idols más famosos se sometían a varias pruebas y al terminar cantaban con ganas su último éxito. Aquella era su parte favorita.
No es que soñara con ser famoso, ni siquiera sabía cantar y no era guapo, tampoco cuidaba su línea y el único ejercicio que hacía era el de subir las escaleras en el trabajo, donde hacía meses que no funcionaba el ascensor, y aun así su madre siempre le decía que estaba muy delgado, aunque eso lo dicen todas en cuanto su pequeño decide abandonar el nido.
El pequeño Buttie lo acompañó en el sofá hasta que poco a poco el sueño comenzaba a hacerse presente. De nuevo terminaba el día, con la rutina de siempre, sin variación exceptuando el momento en el que ayudó a su vecina con la mudanza.
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Menú para tres
FanfictionLa vida de Wonsik era una rutina... trabajo, casa, perro, comida. Todo cambia cuando aparecen los nuevos vecinos y tendrá que tomar una decisión... o no... ¿Para que escoger?